Madrecita en mi pecho,
estás indeleble.
Iluminándome en las noches tristes…
de mi vida,
mi tiempo.
Dime, ¿cómo compensar tan grande obra de amor y ternura?
Si soy un ser humano imperfecto.
Madre, lléname con tu mano pura
y enséñame amar con tu luz al mundo entero.
Haz que tu sonrisa bella y natural
se convierta en mi confianza.
Haz que tu alma de cristal
mantenga siempre mi esperanza.
Por eso y más, madrecita,
que tu corazón rico de colmena,
en esta fecha especial,
reciba cual ramillete de rosas
este sencillo poema.
Soyapango, mayo 1992.
Néstor Danilo Otero.Siembra cultura: "Regala un libro"
Campaña mundial para incentivar los hábitos a la lectura.Patria Literaria.