sábado, agosto 08, 2009
ROQUE DALTON
Foto: Roque Dalton.
Roque Dalton
(1935-1975)
A 20 AÑOS DE SU MUERTE
¿Releer a Dalton? ¿En cúal circo?
Luis Melgar Brizuela
Escritor y Catedrático Universitario Salvadoreño
“...rapto demorado de la belleza
que levanta su propio circo...”
Doradas cenizas del fénix
Roque Dalton
De poéticas y de circos
La poesía se lee desde una poética. Es decir, un poema, un relato o cualquier otro texto artístico se gusta y se interpreta desde una sensibilidad culturalmente conformada, desde un «imaginario» personal-colectivo [1] y desde una teoría estética. Muchas personas no pueden leer poesía porque no tienen una poética con que hacerlo. Una poética es un modo de producir y de leer poesía. Es el código estético que subyace a la hechura/lectura de obras de este género o, mas ampliamente, de cualquier otro campo artístico.
Un circo es un lugar de catarsis (por la vía del asombro y de la risa). Es también un lugar de belleza y de sátira (recordemos la función de la comedia, en especial). Entonces, también las payasadas y las acrobacias se «leen» (se gustan y se entienden) desde un código estético, desde una poética.
¿Quiere decir lo anterior que hay parentezco entre el poeta y el payaso? Bueno, Roque Dalton así lo afirmaba, sobre todo en la recta final de su vida, cuando se hizo «guerrillero». En su último poemario, póstumamente armado y editado por la Resistenncia Nacional, RN, bajo el título de poemas clandestinos, dice («Como declaración de principios») “... el poeta para la burguesía solo puede ser: SIRVIENTE, PAYASO o ENEMIGO. El payaso es un sirviente ‘independiente’ que nada maneja mejor que los limites de su propia ‘libertad’...”
Como culebrita que se muerde la cola, surge de ahí mismo, irónicamente, esta pregunta: ¿Ha habido también poetas-payasos para el proletariado? ¿Fue Dalton uno de ellos? Mas de algún critico se atreve a decir algo como eso. Por ejemplo, J. Beverly y M. Zimmerman lo llaman «el feo pero simpático Cantinflas marxista de El Salvador, en su mera imperfección» (traducción levemente libre).[2]
Por otra parte, «circo» (etimológicamente ) significa «circulo», «campo (circular) de carreras». Y Roque, con Otto René Castillo, primero, y mas tarde con Manlio Argueta y otros de su generación, proclamaron sus carreras literarias fundando, en 1956, un «circulo» que vino ser centralismo en la historia de la poesía de este país.: el Circulo Literario Universitario, punto nodal de nuestra revolución estética y cristalización de la nunca bien ponderada «Generación Comprometida». Releer a Dalton: una cuestión de memoria nacional. La memoria es un hilo. Si se pierde ese hilo conductor, se pierde el rumbo. Pueblo sin memoria es presa fácil del imperio de turno. Las amnesias, las falsas amnistías, los pragmatismos «post-modernos» y demás formas de la desmemoria nacional, son atentados contra la identidad y , por lo tanto, contra el futuro de la nación.
Pero la memoria es también un selector: no todo merece ( ni puede) recordarse. Hay que olvidar las semillas que no fructificaron y los poemas que echaron raíces en el tiempo. Hay, además, que separar el trigo de la cizaña: echar esta al fuego y llenar con aquel los graneros de mañana. Nuestra memoria nacional exige releer a Dalton para no perder el hilo de la poesía; pero ha de hacerse desde esta nueva etapa, desde este otro circulo de la espiral, desde los actuales «circos» poéticos.
Se trata, pues, de desyerbar en su abundante y levemente umbroso jardín, donde, como lo dijo el, pastaron los héroes, se arrodillo la luna y el cardo se lavo los pecados (Mas orgullo. El turno del ofendido). Para ello propongo siete ejes de relectura, que corresponden las ( para mí) siete principales contradicciones de su obra literaria y de su vida. Antes de plantear mi propuesta debo reconocer, en honor al César, que el estudio de Rafael Lara Martínez que precede a su antología de Dalton[3], es la primera relectura seria y desafiante que entre nosotros se ha hecho de aquel epónimo de la poética del compromiso.
I. Poesía contra ideología.
¿Cuántos poemas o textos de Roque Dalton fueron de pura ocasión o de consigna partidaria?
En esta línea, el primer lugar lo tendría, sostengo, Poemas Clandestinos, y el segundo Un libro rojo para Lenin, escritos en la «trinchera», al menos en la propagandística, con propósitos y tonos didácticos, concesiones al gusto popular o la emergencia politico-militar. Ejemplos: «Y sigues siendo bella/compañera poesía/ entre las bellas armas reales que brillan bajo el sol/ entre mis manos o sobre mi espalda...» (A la poesía). «El que se fue a Sevilla perdió su silla/guerrilla guerrilla guerrilla/ guerrilla guerrilla guerrilla guerrilla...» (Las rimas de la historia nacional). ¿Qué podrá salvarse de tales libros? ¿Y que de las diatribas contra los «idealistas» y los «reaccionarios» como Viejuemierda (contra Masferrer), De un revolucionario a J.L. Borges (contra este), Guatemala feliz (contra Asturias), El año de Gavidia (contra este), etcétera? Claro está que puede seguir leyéndose como curiosidades de una «estética extrema» (Huezo dixit) o como «documentos» para una historia de las ideologías. Pero, ¿cómo poemas?
II. Humor contra dolor.
¿Quién que haya explicado a Dalton no ha dicho que esparcía humor para todo y para todos? Maestro de la ironía, espadachín de la mordacidad, campeón de la puntada. Pero, detrás de esa risa, ¿no había una desazón, un dolor «de profundis»?, «Pedagogo de la risa» lo han llamado, también, los dos autores gringos ya mencionados, que usó, dicen, para atacar la pomposidad, el dogmatismo y la esclerosis del pensamiento político. Pero, añaden, detrás del humor y de la auto-burla “hay seriedad de muerte[4]”. Y Claribel Alegría lo refiere como alguien que tenia “marcada la muerte en su rostro”, pero “se pasó la vida haciéndole muecas burlonas a la muerte que lo seguía siempre a tres pasos de distancia”.
III. García contra Dalton.
Nuestro poeta, siendo como era un hijo «natural» y habiéndose criado solo con su madre, publico sus primeros textos con la firma de «Roque García Dalton». Pero muy pronto cambió a «Dalton García». ¿Por qué? En su poesía es notable, muy notable, el complejo de Edipo. Pero, ¿qué con su padre? Sabemos que escribió dos obras sobre él (teatro y novela), ambas con el mismo titulo Dalton y CIA, aun inéditas, al parecer. Y también sabemos que su relación con él fue conflictiva, a distancia: “Mi padre, o un padre, en fin sin posesivos...” Desde un enfoque sico-biografico (para cuando se escriba su vida) será productivo relacionar las complejidades de su infancia, de su origen de clase ( era hijo del millonario gringo Winall Dalton y de la humilde enfermera salvadoreña María García), de su educación religiosa, con su opción política y su credo poético. La ausencia del padre y la sobreprotección de la madre, ¿lo signaron para poeta-guerrillero? El mismo cuenta que un tal Miguelito Regalado Dueñas. después de invitarlo a cenar, le dijo: ”Dicen que tú ingresaste al Partido Comunista por complejos...” («XII», Los hongos).
IV. Cristiano contra marxista.
Esta es, pienso, la contradicción (¿o la conjunción?) mas morrocotuda en la semántica daltoniana. Se extiende, desigual y combinadamente, a lo largo de su obra. Se concentra brillantemente en Los hongos, del cual dice él mismo que “enfoca la pugna que existió en mi juventud entre conciencia revolucionaria y la conciencia cristiana, resuelta ...en el centro de un colegio jesuita[5]?. ¿Resuelta? Bueno, eso lo dijo en Cuba, a Mario Benedetti, para lectores socialistas a quienes quería convencer de su socialismo. Yo mas bien creo que si acaso resolvió esa pugna fue por la vía (crucis) de su cristianismo, ya que su vida( es decir, su muerte) se resolvió en un acto sacrificial como parte de un imaginario utópico-mesianico y hasta profético: «...me quedan algunos meses de vida. Los elegidos de los dioses seguimos estando a la izquierda del corazón. Debidamente condenados como herejes». (ibid)
V. Hereje contra poeta.
En ese mismo poemario, que considero el testamento poético de Dalton, él se asume como profeta: «Pero, ¿por qué no pelear otra vez contra Jericó/ Tenemos en mente los conceptos proféticos, el tono de todos los misterios y / lo mas significativo:/ el galillo de las viejas trompetas». Lara Martínez ha señalado esa misma auto-caracterización respecto al final de Las historias prohibidas del Pulgarcito, libro que «concluye con el retorno utópico de Dalton, el profeta, a su tierra natal [6]».
Empero, no lo mataron por profeta sino por hereje. Cierto es que el mismo lo había «profetizado» pero con respecto a sus enemigos de clase y no con respecto a sus camaradas. Ironías de la muerte.
VI. Nacionalista contra cosmopolita.
Quizás sólo monseñor Romero haya sido, en los años de la guerra, un salvadoreño más mundial que Roque. ¿Quién como él viajó y vivió en tantas patrias (Cuba, México, Checoslovaquia, Chile, Rusia, Francia, Vietnam) para dar, a contrapelo, testimonio de la suya: «Soy pues un diosecillo a tu costa/ (Quiero decir: por expatriado yo/ tú eres ex-patria») Y, a la, ¿quién como él trajo tanto del mundo a la literatura salvadoreña: vanguardismo, conversacionismo, narrativa-collage, testimonio, debate? Sin contar sus incursiones en la raíz indígena (ver, sobre todo, Los testimonios). Entonces, su relectura dará mucho para una teoría del mestizaje salvadoreño, entre otras cosas.
VII. Su «nosotros» histórico contra su «yo» personal.
Esta macro-oposición ha permitido a Lara Martínez dividir la obra poética de Roque Dalton en dos grandes bloques: el del yo personal y el de la historia nacional. De acuerdo. Volvemos, pues, al principio: poesía contra ideología, poeta contra político, el Dios interior contra el Dios de los pobres. Venció el «nosotros»: el político mató al poeta. Pero, ¿cuál <>: el de las masas revolucionarias o el del ERP de ayer o el de la izquierda rosa de hoy (1995, a 20 años de su asesinato)? ¡Vaya tro(m)pezón ! ¿Y qué fue de su «yo»? ¿Y qué de su «polvo enamorado»?
Más preguntas que respuestas. Que la obra y la vida de Roque Dalton siguen pesando en la cultura nacional lo prueba el hecho de que hay a su respecto más preguntas que respuestas. Por lo tanto, hay que leerlo con nuevos ojos y con nuevos ejes. La poética del compromiso de la que el fue líder y modelo, es cosa del pasado, ¿no? ¿Quien vendrá ahora a sentenciar que “el poeta es una conducta moral” y que “la literatura es esencialmente una función social”, como el lo hacia? El compromiso ha vuelto a ser solo con la literatura misma, con el “escribir bien”. Lo demás, ¿ es lo de menos?
Pero la sangre de Roque clama al cielo y sus mejores versos (“doradas cenizas del fénix”) (re)claman esta tierra que tanto amo, donde (literalmente) sus huesos fueron esparcidos.
Si bien el, a “alta hora de la noche”, presintiendo tal vez que su muerte no seria buen noticia nos pedía que al saberla no pronunciáramos su nombre, mas vale que sigamos pronunciándolo, es decir, (re)leyéndolo, desde los circ(ul)os poéticos de esta “nueva era” de paz, pluralismo, pragmatismo y bandazos.
Notas bibliográficas
1. Imaginario: el mundo imaginario de cada quien, de cada grupo.
2. John Beverly and Marc Zimmerman. Literature and politics in the central american revolutions. Austin, Texas, USA 1990.
3. Rafael Lara Martínez. En la humedad del secreto. (Antología). CONCULTURA. San Salvador 1994.
4. Beverly-Zimmerman. op. cit. p.128.
5. Roque Dalton. Entrevista con Mario Benedetti: Los poetas comunicantes. Marcha. México 1971.
6. Lara Martínez. op.cit.p.XX Revista Tendencias, No 40. San Salvador, El Salvador, Mayo de 1995.
Siembra cultura: "Regala un libro"
Campaña mundial para incentivar los hábitos a la lectura.
Patria Literaria