EL SALVADOR: CRISIS EN LA EDUCACIÓN
Eso que llaman Sistema Educativo Nacional que nunca alcanza el 7.0 de calificación en la PAES
Autor: Dr. Pedro Ticas.
www.drpedroticas.es.tl
Sin duda que el problema de la educación y sus resultados en todas sus expresiones tiene orígenes de orden estructural del estado salvadoreño. Las serias deficiencias formativas en materia de conocimiento, la carencia de una política educativa nacional que oriente y determine el rumbo de este país en virtud del conocimiento y desde luego, la endeble y frágil semiestructura de la organización académica en sus aspectos cognitivos y de infraestructura constituyen apenas algunas de las expresiones de la deuda histórica con la esta educación nacional sustentada en el INSTRUCCIONISMO y muy alejada del SABER y la producción científica.
En ese contexto los diminutos instrumentos evaluativos sobre la eficiencia y nivel educativo nacional tales como la PAES, apenas recogen la masiva expresión de prácticas educativas deficientes, desarticuladas, incongruentes y por demás insuficientes para sacar a este país del nivel de analfabetismo funcional y curricular en el que se encuentra desde toda su historia y particularmente desde hace 15 años de aplicación de la prueba PAES. De nueva cuenta los resultados de dicha prueba evidencian el desinterés, rechazo y displicencia del estado político salvadoreño por la educación con calidad, conocimiento y ciencia, quizás por ello, tal como sucede todos los años con la emergencia nacional por las lluvias, el problema de la baja calificación obtenida en la PAES queda como siempre en superficiales reflexiones de unos días para ser olvidadas en la siguiente semana. En realidad, después de quince años de aplicación de la prueba, se habrán formado al menos tres generaciones de nuevos profesionistas que ingresaron a la educación superior con las serias deficiencias académicas y formativas no sólo desde su educación media sino desde su infancia.
El diseño asistémico del Instrumento utilizado en la PAES.
El problema del instrumento utilizado requiere al menos de dos precisiones concretas. La primera precisión consiste en el diseño del instrumento mismo. Su desarticulación y desorientación teórica-metodológica sin estructura sistémica, genera sin duda la desafortunada confusión de orden conceptual, técnico y práctico. Los ítems o indicadores definidos en el instrumento reflejan un marco predominantemente reflexivo, instructivo e imbrico. Dicha condición tiene como origen la misma estructura educativa salvadoreña sustentada en la inmediatez, la eventualidad y el instruccionismo. Histórica y actualmente, este país ha sido sujeto de cientos de experimentos educativos de buena cantidad de organismos internacionales que al amparo del poder financiero han impuesto modelos de enseñanza experimentales a la usanza del modelo ideológico positivista que pregona y sobrepone el HACER sobre el SABER, es decir, el empirismo lacónico que proporciona más información pero poco conocimiento fundamentado en el cumplimiento curricular de una enorme masa de lo que llaman Contenidos pero que en realidad únicamente constituyen temas de observación y reflexión , por ello la preocupación de los Docentes por cumplir con todas las unidades de estudio adquiere prioridad sin importar que dichos temas nunca llegan a profundizarse y estudiarse en su justa dimensión, contrastación y proceso de raciocinio epistemológico. Este tipo de educación mecanizada instructivista conduce a las constantes deficiencias del conocimiento científico y especializado. El resultado absoluto de dicho modelo educativo presupone ser superado a través de lo que denominan “capacitaciones” en las que este país lleva más de 30 años sin avance alguno, más bien, todo indica lo contrario. Esto último, conduce a la Segunda precisión referida a la situación de los estudiantes incluyendo a los de educación superior quienes concluyen que lo aprendido en los salones de clases no sirve para su vida cotidiana y que una cosa es la teoría y otra la práctica. Ciertamente dicha confusión metodológica constituye el resultado de ese empirismo instructivista educativo en el cual el estudiante aprende a resolver lo inmediato sin prenoción de su entorno, de su medio, sin vinculación y articulación con lo otro, por ello, así como sucede en todas las esferas de su vida personal, familiar y profesional, los sujetos no logran intervincular, articular o establecer conexiones entre lo teórico y lo práctico, entre las ideas y la realidad, entre el conocimiento y la acción. En esas circunstancias la construcción de su mundo se reduce al diminuto espacio en el que se desarrolla sin importar lo externo y por tanto, no logra establecer las debidas correlaciones entre los hechos y sus causas, condición sine qua non propia de la experimentación evolutiva y el empirismo. Precisamente a propósito de las formas que el empirismo salvadoreño adopta, las que en realidad ni siquiera llegan a constituirse en elementos propios de ese pensamiento ya que se quedan en simples practicas espontáneas del raciocinio, conviene recordar los tres tipos de empirismo existentes que el pensamiento educativo nacional pregona pero que desconoce: Primero, el empirismo positivista que consiste en la materialización de los sistemas teóricos generales de tipo lógico de la mecánica clásica; Segundo, el empirismo particularista que sostiene que el único saber objetivo es el de los detalles de las cosas y de los sucesos concretos y finalmente el empirismo intuicionista que permite un elemento conceptual en la ciencia social pero solo puede ser de carácter individualizador1 .
La noción de Educación.
Pensar la Educación requiere de la más amplia elaboración histórica de los hechos que la conforman desde el conocimiento como su principal cometido hasta sus incidencias, interacciones e intervinculaciones con la totalidad de la producción intelectual y material. La educación resulta de los procesos acumulativos que las sociedades construyen durante sus distintas etapas de formación, desarrollo y transformación, en tal caso, el pensamiento se transforma de acuerdo a las exigencias y formas de producir el mundo, aunque desde luego, de acuerdo a las circunstancias propias de cada sociedad, las formas de producir el mundo varían de acuerdo a sus propias condiciones. En tal sentido, un Sistema Educativo no resulta únicamente de la decisión administrativa de implementar una Política Pública, más bien, es el resultado del proceso histórico, filosófico, académico y técnico que supera la superficialidad del ejercicio del conocimiento convirtiendo el saber en ciencia y el mismo pensamiento en verdadero desarrollo y progreso, es decir, la Educación se establece a partir de cometidos históricos, culturales, económicos y sociales que construyen una nación en función de su propio devenir2 .
Discutir y Pensar sobre la Educación Nacional exige un sinnúmero de consideraciones de orden histórico e historicista (cronológico) pero fundamentalmente, de incorporar al debate a todos y cada uno de aquellos que han participado en la construcción teórica, pedagógica y metodológica de múltiples métodos, formas, técnicas y modelos de enseñanza escolar en las cuales sus aportes intelectuales han incidido tanto en la formación académica como cultural. Sin duda que discutir sobre la problemática educativa nacional tanto en sus alcances y limitaciones demandaría mucho más tiempo e investigación, la misma disimilitud de sus variables históricas harían imposible un recuento acabado y exacto de la historia educativa salvadoreña, sin embargo, resulta importante e imperativo observar la Educación desde el pensamiento universitario que debido a su exclusión, muy poco ha producido en la organización escolarizada de la nación. Pese a esta condición histórica, este siglo XXI exige nuevas demandas, modernos procesos de integración de las particularidades e identidades étnicas, económicas, educativas, tecnológicas, académicas y humanas internas y externas para cada nación. Los pequeños mundos creados y fomentados durante los siglos anteriores deben comprenderse como el pasado oscurantista de las asimetrías históricas de los estados, por ello, la responsabilidad y el compromiso histórico del pensamiento universitario debe dejar de ser isleta y convertirse en producción intelectual constante, integradora, forjadora de conocimiento, progreso y ciencia. Definimos como particularidades e identidades a todas las formas de expresión institucional, cultural, económica, social, grupal e individual manifiestas en cualquiera de las formas de la actividad humana simple y compleja.3 Hoy, sincrónicamente con la historia de las sociedades, las nuevas formas de presencia de estas identidades requieren del desarrollo de sus principales elementos, de aquellos que las conforman, agrupan y reproducen, de manera que el todo social se articule funcionalmente. En este siglo, pensar la identidad filosófica-educativa de una sociedad significa la interacción intra e inter-sistémica institucional. Las identidades de hoy ya no son las identidades cerradas de los micromundos de los siglos anteriores, por ello, debemos comprender que sólo el fortalecimiento interno de las sociedades, especialmente de las dependientes y subordinadas como la salvadoreña, posibilitará el mejor intercambio con otras identidades, de lo contrario sus posibilidades de existir y posteriormente ocupar un lugar en la mega etnicidad se limitarán hasta su propia reducción.
El tema educativo requiere mejores y nuevas formas de discusión y estructuración teórica, epistemológica, histórica, filosófica y metodológica, todas ellas, en función de la responsabilidad social vista más allá de las contemplaciones ecológicas, naturalistas o de su cometido social; la buena educación implica elevar la calidad del conocimiento científico y académico, fortalecer la identidad, el nacionalismo, desarrollo, progreso y la competitividad internacional de ese conocimiento expresado en cualquiera de sus formas. Para lograr este cometido se requiere imperativamente de conceptualizar, diseñar y ejecutar una política educativa institucional fundamentada en una misma categoría que se interrelaciona, intervincula e interactúa con el resto de categorías y conceptos que conforman el quehacer educativo, esto es el METODO. Sin duda que en su forma (información, conocimiento) la educación varía de acuerdo a los tiempos y espacios, pero en su contenido (Método) se constituye su propia identidad teórica, filosófica, epistemológica, técnica y metodológica, eso hace la diferencia entre el HACER y el SABER, entre hacer ciencia y producir ciencia, entre enseñar y educar. Se trata de un proceso de ascensión de lo abstracto a lo concreto, es decir, de la transformación de las ideas mediante la intervención de la realidad y viceversa, un proceso de superación del conocimiento mediante su propia transformación, su propia realización. Proponer el Método significa su observancia epistemológica, la ruptura de sus interpretaciones, la formulación de nuevas particularidades cognitivas, técnicas y metodológicas y la verificación y atribución de su propio modelo (paradigma)4 . La observancia epistemológica implica acercarse, conocer, vigilar y controlar la aplicación de las formas técnicas y metodológicas utilizadas para enseñar, aprehender y educar. La observación constante aporta múltiples indicadores para el ejercicio humano de educar, con ellos, se conforman diversas categorías claves para el sistema que permite la conexión entre el saber y el hacer, de manera que entre las figuras del emisor y receptor media el Método, es decir que la información que el emisor proporciona puede ser controlada (entendida) por el receptor de acuerdo al proceso epistemológico que se emplee. Todos los receptores (estudiantes) reciben la misma información pero cada uno la interpretará (significado) de manera distinta, esa diferencia es obra del Método. Por su parte, la ruptura de sus interpretaciones refiere la Unidad y transformación de las mismas a partir de propuestas adherentes a la realidad cambiante pero a su vez constante en el conocimiento de tal suerte que los modelos expresen su consistencia epistémica, técnica y metodológica para que su accionar empírico trascienda la especulación teórica y alcance la designación de lo objetivado. Resuelto el tema de la ruptura, las particularidades adquieren una función técnica-metodológica singular a las múltiples formas de enseñar con el preciso objetivo de educar en el saber. Sin duda que formular nuevas particularidades comprende la constante verificación y atribución de modelos propios sincrónicos con disímiles realidades. Pensar y hacer educación en la heterogeneidad histórica, económica y cultural de las pluralidades étnicas, exige la más amplia contrastación entre teoría y realidad, entre pensamiento y realización de ese pensamiento, el cual, sin menester de su diversidad, debe lograr la unicidad de sus razones colectivas y la multiplicidad de sus funciones.
En definitiva, el problema del conocimiento en la educación nacional no depende de las lluvias, temporales, plagas, vientos, rotavirus y otros tantos que siempre se usan como excusa, el problema real se explica en una sociedad que dice estar en el siglo XXI pero que aún no posee una Política Educativa Nacional, el problema real consiste en la admisión de cantidades de experimentaciones en la enseñanza, en la fragilidad y desinterés del estado político, en la dependencia y falta de producción propia, en síntesis, la calificación de 4.8 de la PAES no refleja la evaluación a los estudiantes sino a eso que llaman Sistema Educativo Nacional que en esencia no existe.
1 Parsons, Talcott, Teoría sociológica clásica, Facultad de Ciencias Políticas y Sociales, UNAM, México, 2000. Pág. 122-123
2 Ticas, Pedro, Políticas públicas y gobernabilidad, Ed. CCC, México, 1994. Pág. 213
3 Ticas, Pedro, Cultura y progreso: las formas sincróticas de la educación, El Día, México, 12 de julio de 1992. Pág. 11
4 Ticas, Pedro, Ibídem.
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