Vicente Huidobro: genio inventor del creacionismo poético y transformador del arte
Vicente Huidobro
Rafael Rosado
Letralia
Vicente Huidobro es un poeta angustiado por lograr un sistema creativo para su poesía y el mundo. Es un ser en búsqueda constante y consciente del poder que encierra la poesía. Con Altazor él creó unos parámetros lingüísticos que no tienen comparación, donde él niega y afirma a la vez que afirma y niega con nuevas posibilidades que evidencian las limitaciones de su propio sistema y de las lenguas.
Huidobro crea y descarta e incluso cuestiona el creacionismo (cubismo literario, el surrealismo y el futurismo) y se burla de los otros movimientos literarios como el romanticismo y el modernismo con el objetivo de destruir toda poética convencionalista con proposición caótica de la línea, el ritmo y la sintaxis.
Altazor transforma los límites conocidos de la poesía. Su sátira sin medida la dirigió a sus detractores. Vicente Huidobro ve el mundo como un Dios poeta creador. Altazor es una de sus criaturas que habla con él poniendo en tela de juicio los métodos anteriores. Huidobro establece un diálogo consigo mismo en un acto de magia poética.
Mediante un sin fin de acrobacias lingüísticas en el aire se sitúa fuera de la tierra (en el espacio) como un espíritu. Parte con su paracaídas que son las palabras y la lengua desde la muerte rumbo al nacer. Él va reconstruyéndolo todo, creando, renombrando los objetos y los procesos de la vida hasta volver a ser un recién nacido que balbucea vocablos sin sentido.
En este viaje al vacío Huidobro y Altazor construyen símbolos, imágenes, metáforas y procedimientos sin importarles la realidad ni la verdad.
Su poema es una crítica contundente a la poesía automática, inspiracionista, sensible y afectiva para irse por el lado intelectual de la imaginación que sale de las manos y la mente del creador (Dios) que es el poeta.
En el prefacio inicia esta idea de poeta profeta hablando de muchos elementos de la modernidad y el futuro como son los dirigibles, el aeroplano, el paracaídas, el telescopio y sus técnicas acrobáticas de palabras sin ningún sentido.
Se sitúa al lado de Whitman como poeta profeta que anuncia el futuro de su pueblo. Huidobro pronostica el futuro del poema y la forma de poetizar en una nueva dimensión por el creada. Él prolonga su poema hacia todos lados en un acto de liberación total, de caos y broma de las formas que se repiten, Huidobro es un transgresor sin piedad que reconoce: “Si yo no hiciera al menos una locura por año, me volvería loco” (Altazor, 57). Es un poeta que no necesita la inspiración: “...soy Altazor, el gran poeta, sin caballo que copia alpiste” (Altazor, 58).
Canto Número I: El poeta Dios se suelta de su paracaídas para crear su universo. Es un ser angustiado por conocer la causa de su existencia fatal. Altazor es su primera creación. Éste es un ser incorpóreo, lleno de zozobra, que se lanza al abismo para encontrar las respuestas de sus inquietudes. Su imaginación intelectual va limpiando de obstáculos el camino.
Es un ser nacido a los treinta y tres años en plena madurez y capacidad de conciencia.
No sólo ve el mundo desde afuera, sino que también se ve él para sus interiores, “tierra desconocida” (Altazor, 65) donde habita y se origina su poesía. Él es un insatisfecho “sin dar una respuesta que llene los abismos” (Altazor, 66). El canto uno inicia la nueva expresión técnica de descomponer la realidad a su antojo reinventándola desde otras perspectivas.
Todo puede ser verdad y mentira dentro del caos que gobierna su mundo. Huidobro planteó cambiar el poema tradicional por lo que se le ha situado al lado de otros innovadores como son Rimbaud y Lautréamont. Él elimina casi por completo la puntuación y la versificación lineal, violentando de hecho la sintaxis con la supresión de algunas conexiones verbales.
Huidobro lleva consigo “una gramática dolorosa y brutal” (I, 278), proponiendo liberarla de todo. “Liberación, ¡oh!, sí, liberación de todo” (I, 290). Reconoce que de aquí en adelante la poesía seguirá su norma: “Será por mi boca que hablarán a los hombres” (I, 414). Propone crear una poesía intelectual consciente: “Hombres con los ojos abiertos en la noche” (I, 432).
A este hombre no le importa la crítica, sino vivir en un espacio creado “sin control de ojo intruso” (I, 534). Su intención fundamental es forjar una nueva expresión y anuncia su inminencia: “Silencio, la tierra va a dar a luz un árbol” (I, 634). La tierra es la poesía metaforizada y el árbol es el poema que saldrá de allí.
Canto Número II: En este canto la mujer es el instrumento desde donde parte la creación: “mujer, el mundo está amueblado por tus ojos” (II, 1). Nada teme si ella lo acompaña por el mundo porque la sola mirada de ella lo fortalece: “La fabulosa seguridad de tu mirada con sus constelaciones íntimas” (II, 78).
La belleza de la mujer es algo sin igual por su gracia salvaje y natural: “Eres más hermosa que el relincho de un potro en la montaña” (II, 143). La vida, el mundo y la poesía necesitan a la mujer por tener una luz propia que puede alumbrar el camino. Si ella no existiera, “¿qué sería del universo?” (II, 170).
Canto Número III: En este canto plantea romper las cadenas que limitan el desarrollo de la poesía.
Es un llamado desesperado de libertad pero donde el acto creativo es intelectual y sin infusiones mágicas de deidades etéreas que inspiran: “Manicura de la lengua es el poeta mas no el mago que apaga y enciende” (III, 44).
Huidobro propone como poeta profeta renovar las lenguas con su nuevo atrevimiento literario, inyectándoles “cortocircuitos en las frases y cataclismo en la gramática” (III, 125).
La nueva expresión será como un acto de juego: “Mientras vivamos juguemos el simple sport de los vocablos” (III, 144). En ese momento, cuando salió el libro Altazor, el mundo vivía una época de muchas contradicciones, y muchas de esas contradicciones se reflejan en el entramado metafórico y simbólico de este libro.
Canto Número IV: Es un llamado urgente para renovar el arte que se encuentra hastiado del abuso constante de recursos como la rosa: “Rosa al revés rosa otra vez y rosa y rosa” (IV, 103).
Para despojar a la poesía de los viejos esquemas hace la propuesta de la técnica deconstructiva, como cuando dice: “...Rosario río de rosas” (IV, 276), “...Clarisa clara risa” (IV, 277) y “...Altazor azor fulminado por la altura” (IV, 281). También muestra la naturaleza polisignificante del lenguaje: “El meteoro insolente cruza por el cielo” (IV, 289).
Canto Número V: Para poblar con su creatividad ese espacio vacío se desliza por el mundo de los sucesos desconocidos. Huidobro es allí un Dios-poeta, creador y componedor que va llenando el mundo literario por el inventado. Los sufrimientos por exponer esta nueva teoría lo hacen objeto de la crítica más despiadada. Él se convierte en un poeta Cristo, que sufre y se sacrifica por el arte.
Como sabe que él tiene una fórmula mágica que puede exponer para el futuro, el poeta Cristo se transforma en poeta-profeta con la conciencia de que su propuesta incendiará el futuro de la lengua.
Este será “un ladrido de perro incansable” (V, 24). Como Santo Domingo de Guzmán, cuya madre soñó que su hijo “era un perro que incendiaba la tierra”. Huidobro persistió en su profecía y propuesta de una nueva técnica revitalizadora de la poesía.
Canto Número VI: En este canto Altazor es un ser prendido de noche y oscuridad (VI, 3). Luego se transforma en cristal (VI, 23). La paradoja de su vida sucede cuando en esta maroma llega a la transparencia espiritual con un lenguaje oscuro y con dolor. Es el momento de la ruptura donde nadie se entiende pero donde él propone: “...el clarín de la Babel pida nácar” (VI, 64) para seguir viajando y esclareciendo las cosas.
Él sabe que esto no será un camino fácil. Habrá que pasar por la crítica de las estatuas y aun más por noches y noches para llegar al otro lado de la vida que es el “cristal de la muerte” (VI, 175). En esta dimensión primigenia es donde se podrá encontrar la explicación de todas las interrogantes que preocupan al hombre.
Canto Número VII: En su viaje al abismo Altazor llega a su infancia donde sólo balbuceaba vocablos sin sentido o con el único sentido del sonido.
Este flashback lo sitúa en el vientre de la madre. Qué hay más allá del vientre de la madre Altazor no llegó a saberlo. Nos queda la firme convicción de que su propuesta transformó a partir de él la forma y el rumbo del arte como sólo Rubén Darío lo había hecho antes.
Rafael Rosado.
Poeta y escritor dominicano. Bachelor of Arts en literatura hispanoamericana por el Empire State College-SUNY (2002). Ha publicado Testimonio ancestral (1996) y El espejo fantástico; antología de poesías eróticas (2008). Textos suyos han aparecido en las antologías Haz rodar una poesía (Chile, 2008 y 2009) y La agonía del nirvana (Panamá, 2009), así como en las webs Poetas del Mundo, El Wrong Side, del poeta Daniel Montoly, Casa Barbieri, de Johnny Barbieri (Perú), y Fragua Universal, de Juan Pomponio (Argentina). Ha participado en diversos recitales dentro y fuera de su país. Desde 2008 es embajador dominicano de Poetas del Mundo.
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