Los poetas populares
Rubén Amaya
Los poetas del Olimpo
ejercen la poesía como un sacerdocio
es comprensible que se sientan alarmados
por nuestra irreverente presencia
ateos incorregibles del Olimpo
eternos anarquistas de la mitología
si hay que llamar a las cosas por su nombre
somos los concubinos de la poesía
los amantes ilegales de la palabra
ella baja de los castillos de cristal
frágil y danzarina como una corzuela
nosotros la acechamos desde el viejo bodegón
donde solemos amanecer con nuestras sombras
allí a pleno sol la desvestimos
hasta descubrirle cada poro del sonido
hasta sentirla abandonada a nuestra sangre
después la echamos a caminar el mundo
a entregarse bravía a cada pueblo
a sumergirse en la fogata
donde el hombre muere y resucita
a tatuarse la piel de tierra mar acero
cielo con la contradicción humana
a ser abeja reina para ser fecundada
ser colmada de vida por la vida
a parir una y mil veces cada día
y esparcir su oral simiente por el viento
para que se transformen en susurro gemido
inundación de voces en la tierra
por las noches cuando vuelve
temblando en sus caderas una sílaba
cansada de beberse tanto idioma
con maldiciones y juramentos de amor
hasta en el pelo
desfloramos su verbo hasta hacerlo canción
finalmente emprende su regreso al Olimpo
inexorablemente preñada de nosotros.
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