jueves, diciembre 24, 2009

LOS FANTASMAS DE SCROOGE



Miguel Huezo Mixco

La película "Los fantasmas de Scrooge", recientemente exhibida en el país, cuenta la historia del ricachón que el día de Navidad experimenta una transformación en su vida. Ebenezer Scrooge es ávaro, egoísta e incapaz de pagar salarios justos a sus empleados. Aparte de su dinero, no le importa nada. Pero una noche, en las vísperas de la Navidad se le aparece el espectro de su socio, Jacob Marley, fallecido años atrás.

Marley le cuenta que por su propia maldad está condenado a arrastrar eternamente una pesada cadena, y le advierte a Scrooge que deberá llevar una cadena aun más pesada cuando muera. Antes de retirarse, el espectro le anuncia la visita de otros tres espíritus, que no tardan en presentarse, uno tras otro.

El fantasma del pasado lo hace recordar su infancia melancólica y sus tempranas ambiciones de poseer riquezas. El del presente le muestra la vida de uno de sus empleados más leales quien, pese a vivir en medio de estrecheces, mantiene un espíritu positivo. El del futuro le muestra la fosa en donde será enterrado, a donde no se llevará nada.

El encuentro con los fantasmas le produce a Scrooge una honda impresión, al punto que su vida se transforma y se convierte en un bienhechor que procura la felicidad de sus empleados, amigos y parientes.

La película está basada en "Un villancico de Navidad", un cuento del inglés Charles Dickens (1812-1870). Desde su publicación en 1843, la historia del rico arrepentido que sale de su casa deseándole a todo mundo una "feliz navidad", se convirtió en un clásico para niños. A través de los años ha sido representada en el cine, el teatro, los dibujos animados y la radio, en infinidad de adaptaciones.

Dickens, que a su vez había tenido una infancia muy difícil, reflejaba la realidad de la Inglaterra de la "revolución industrial", donde una gran parte de la población vivía en condiciones infrahumanas. Con todo, Dickens parecía creer en la bondad del espíritu de las personas y en su capacidad para cambiar.

Scrooge, sin tener que renunciar a sus riquezas, se desprende de una pequeña parte de ellas para asegurar una vida más digna para los menos favorecidos, y asegurar su propia tranquilidad.

La actitud compasiva de Scrooge, hay que decir, no ha sido la más frecuente. Desde que el mundo es mundo, los poderosos suelen castigar a los pobres sometiéndolos a un duro régimen de trabajo y exigiéndoles el pago de tributos. Gracias a su enorme poder no solo son capaces de eludir un tributo proporcional a sus riquezas sino que también suelen representarse ante los demás como grandes benefactores ("somos los que damos empleo", "somos el sector productivo").

La historia de Dickens se exhibió en los cines de El Salvador en uno de los diciembres más críticos de los últimos años. La crisis económica ha empobrecido a millares de familias. Los expertos dicen que en pocos meses hemos retrocedido a los niveles de pobreza de hace más de una década. Desde su 4x4, nuestro Scrooge intenta mirar con indiferencia la creciente miseria. Se consolará quizás pensando que los pobres son pobres porque así lo quiere Dios.

Esta noche, como en todas las navidades, se repetirá frente a nuestras narices la historia de Dickens. Pero los fantasmas de Scrooge –la corrupción, la intolerancia y la codicia-- azotarán, sin éxito, las puertas de los poderosos.

Tomado del blog http://talpajocote.blogspot.com
(Publicado en La Prensa Gráfica, 24 de diciembre de 2009)

Lea: Un villancico de Navidad, de Charles Dickens