Borges, a 20 años de su muerte
BORGES, A 20 AÑOS DE SU MUERTE
(Tomado del Diario CO LATINO, Suplemento Cultural Tres Mil,
Sábado 17 de junio de 2006)
Por: Julián Esteban Valle
raados@hotmail.com
“Las pruebas de la muerte son estadísticas y nadie hay que no corra el albur de ser el primer inmortal”. Esta aseveración que Jorge Luís Borges trazó, como tantas otras, tal vez ha sido parte de una secreta y bien elaborada forma de inmortalidad: la suya. Y es que en Borges la inmortalidad parece posible. Al menos algo hay, más allá de los aniversarios y las conmemoraciones oficiales, para que el escritor argentino esté siempre vigente, una y otra vez; y, así como suele decirse que César Vallejo creó su propia muerte, también podría decirse que Borges creó su propia inmortalidad.
Lo hizo, principalmente, a través de una obra memorable, recurriendo a temas y preocupaciones imprescriptibles, profundos, enciclopédicos. Lo hizo también a través de declaraciones polémicas, de posiciones políticas contradictorias, de provocaciones eruditas. “Buena parte de sus ensayos, reseñas, artículos o conferencias, son verdaderas descargas de artillería”, escribió Juan José Saer. Este es Borges. A veinte años de su muerte se las arregla muy bien para no perder vigencia.
Nació en Buenos Aires el 24 de agosto de 1899 en el seno de una familia acomodada; el mismo Borges se encargó de recordar, casi convirtiéndola en fábula, la procedencia inglesa y criolla de sus ascendentes. Muy joven viajó con su familia a Europa, pasó por Londres, París y el comienzo de la Primera Guerra lo llevó a la neutral Ginebra. Se trasladó a España al finalizar la Guerra y regresó a Buenos Aires en 1921. Publicó su primer libro de poemas, Fervor de Buenos Aires, en 1923. Poco después comenzó a difundir su obra en las páginas de la Revista Sur bajo la dirección de su amiga Victoria Ocampo. Junto a Adolfo Bioy Casares, otro de sus grandes amigos, publicó numerosos relatos bajo el seudónimo de Bustos Domecq. En 1935 publica Historia universal de la infamia, su primer libro de cuentos. Dirigió revistas literarias o colaboró con ellas. Obtuvo un puesto como asistente de la Biblioteca Municipal Miguel Cané al que renunció cuando su antiperonismo hizo que Perón lo designara para el cargo de inspector de aves de corral. Tuvo revancha y volvió a estar cerca de los libros porque la dictadura que derrocó a Perón lo nombró presidente de la Biblioteca Nacional, aunque renunció en 1973 con el peronismo otra vez en el poder. Por eso años también trabajó como profesor de literatura inglesa en la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad de Buenos Aires. Se casó en 1967 con Elsa Astete Millán, novia de la juventud, pero su matrimonio duró apenas tres años. Publicó alrededor de 50 títulos: Ficciones (1944); El aleph (1949); El hacedor (1960); El otro, el mismo (1964); El oro de los tigres (1972); El libro de arena (1975); Libro de sueños (1976); Atlas (1985); entre otros. Este hombre ciego desde temprano fue el primer editor de Julio Cortázar, inspiró a Michel Foucault para Las Palabras y las Cosas, trabajó para prestigiosas universidades de distintos países y recibió innumerables premios, como el Premio Cervantes (1980), y esperó –esperó y esperó- el Nobel que nunca llegó.
Pero Borges no se agota en una breve reseña. Lo más importante, quizá, es que existe un mundo-borges, existe el adjetivo borgeano donde habitan laberintos y espejos, donde habitan el tiempo y el paso del tiempo, donde habitan relojes, bibliotecas para perderse, libros infinitos, memoriosos, tigres, arrabales, cuchilleros, compadritos, polémicas, contradicciones… Tal vez por eso, desde que tengo recuerdo, desde que leo periódicos, he visto decenas de artículos que trataban mostrar una nueva faceta del escritor. El Borges cuentista, ensayista o poeta; un Borges profesor; otro Borges polemista; los amores y desamores de Borges; el pensamiento político también de Borges; el último; el primero; todos los Borges posibles. Siguen vendiéndose sus libros, siguen leyéndose. En Argentina no se es escritor ni crítico literario si no se tiene una posición respecto a Borges, a favor o en contra. El mismo Borges que defendió la dictadura de Videla y se dejó condecorar por Pinochet, criticó luego la Guerra de Malvinas y firmó una solicitada para las Madres de Plaza de Mayo. Este tipo de episodios abundan en la vida de Borges. De él se dijo –se dice- de todo un poco. Para algunos es icono nacional, para otros es extranjerizante; algunos lo consideran erudito, otros provocador; anarquista o conservador; describió arrabales de Buenos Aires o fue antipopular; todos los Borges son parte del mismo. “Fuera de la ética –escribió alguna vez-, entiendo que las opiniones de un hombre suelen ser superficiales y efímeras”.
En diciembre de 1985 viajó a Suiza para instalarse en Ginebra. Muere el 14 de junio de 1986. Un mes y medio antes de morir se casó con secretaria y ex alumna y mitad de edad y consiguiente heredera María Kodama, es decir, otra polémica. Descansan sus restos en la tumba número 735 del Cimetière de Plainpalias, allí en Ginebra. Quién sabe si alcanzó la inmortalidad que hubiese querido o si sólo alcanzó la que se le ofrece.
La lápida lleva la leyenda and ne forhtedon na, no hay que tener miedo. No sé cuánto tiempo dure la inmortalidad, tal vez sea otra cuestión de estadísticas.
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