POESÍA Y EDUCACIÓN: DE LO PRODIGIOSO EN LA POESÍA
Por Carlos Fong
http://internatural.blogspot.com
(Tomado del blog de Internatural de Don Edilberto González Trejos)
¿Cómo puede la poesía ayudar en la formación de los estudiantes en nuestro tiempo? ¿Tienen algo que decirnos los poetas en el marco de la mundialización y la concentración del capital? ¿Puede un poema ayudar en la educación a tener una visión más general del mundo? O simplemente: ¿Sirve de algo la poesía? En el marco del día Mundial de la Poesía, que se celebra el 21 de marzo, quisiera hacer algunas breves reflexiones en torno al tema de la educación y cómo la poesía puede ayudar en la calidad de la enseñanza.
Creo que podré ayudarme con una idea que William Ospina ha dejado en varios de sus ensayos sobre poesía: " Hay un tipo de excelente poesía que nos muestra las cosas más prodigiosas como hechos naturales, pero la mejor poesía es la que nos muestra las cosas más naturales como hechos prodigiosos" Este pensamiento está muy acorde con la opinión del poeta Ama Ata Aidoo de Gana, para quien la calidad de un poema y su sentido, no solo presentan información sobre la belleza de otros mundos interiores y exteriores de los que el lector no está conciente, sino que la poesía puede ayudar a ser mejores seres humanos. ¿Cómo puede suceder esto?
Originalmente se piensa en la poesía como un hecho del arte que sirve para expresar, a través del lenguaje escrito, las cosas de una manera muy bonita. Pero un poema es algo más que eso. A diferencia de otras artes, la poesía profundiza en la esencia de la cultura. El lenguaje poético puede hacer una síntesis de la realidad profundizando en cualquiera de los elementos que comprenden la realidad y que suelen ser muy complejos. Un poema de excelente calidad puede, con un lenguaje sencillo, ayudar a los jóvenes a tener cierto interés o preocupación personal por cuestiones universales o nacionales; a hacerlos más sensibles ante algunos problemas que pueden afectarlos a ellos directa o indirectamente: la guerra, el medio ambiente, la violencia urbana, etc.
La intensidad de un poema puede llamar la atención de participación y cooperación en torno a temas sociales que afectan a las personas. El sentido de pertenencia, de participación y cooperación son valores que se han degradado y que la poesía puede ayudar a edificar. Todo esto no significa que la poesía no sirva también para brindar emociones y sentido de belleza: la poesía es todo eso y más. La poesía tiene el poder de comprender el mundo más allá de la realidad cotidiana y de percibir la relación de la palabra creadora con la realidad concreta. En esta parte puede salir cualquier tecnócrata de espíritu mercantil y decir: y esto para qué sirve. Veamos.
Si los jóvenes tienen una idea más general de la existencia y una visión más compleja de la cultura es muy probable que aprendan a pensar y a participar en los problemas del mundo. Consideremos el sentido de la vida, por ejemplo. El tema de la soledad o el aislamiento, está en muchos poemas. Cuando un muchacho tiene conciencia de su soledad y descubre que puede participar de un mundo habitado por otros, es más fácil que sus emociones palpiten en busca de posibilidades de supervivencia, a que tiendan a la destrucción.
Hay muchas cosas que nos brinda la poesía. Una de esas tiene que ver con su capacidad lúdica y sonora. Hay cientos de poemas donde la realidad es recreada para hacerla más entusiasta (Whitman o Rimbaud, por ejemplo). Pero vayamos al patio, a lo nuestro: hay un poema de Consuelo Tomás donde se narra una historia de un fantasma en un plato de sopa. Y qué hay de la sonoridad rítmica de la obra de Rogelio Sinán o la profundidad filosófica de Ros-Zanet. Y ese verso de Héctor Collado que dice: todo el odio del mundo cabe en una bala. Cada palabra es una obra de arte, afirmaba Borges. Un docente podría usar este verso de Collado para jugar con las palabras y su contenido: una bala es algo pequeño y el mundo es algo grande. Palabras pequeñas y palabras grandes que buscan decirnos algo de la realidad. No estoy muy seguro si los poetas buscaban este efecto cuando escribieron sus poemas, pero es algo de lo que nos podemos valer para jugar con la poesía, su sonoridad y sus posiblidades.
Dice Graciela Montes en ese hermoso libro titulado La Frontera indómita: En torno a la construcción y defensa del espacio poético que hay palabras que a veces nos vienen empaquetadas (recordemos los discursos de los funcionarios públicos, por ejemplo), pero que también hay palabras blandas, confortables, seguras, palabras de los rituales, palabras inapropiadas y sorprendentes y palabras que iluminan. Este universo de palabras puede ayudar a que los jóvenes manejen no solo un léxico que los ayude en la competencia lingüística, que es muy importante en estos tiempos, sino a que aprendan a violentar la realidad al nombrarla. Todas las cosas están allí esperando a que las nombren por primera vez; solo hace falta darle espacio a la palabra.
El autor es Escritor y promotor de lectura
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