domingo, junio 01, 2008

FALSO TESTIMONIO


(Comentario a la novela El Ahogado, de Tristán Solarte)

Autor: Willo Cucufate






Hace algunos meses el río Matasnillo se tiñó de rojo, la crecida menstrual descendió imparable hasta fundirse en la costa con la marea roja; río y mar parecían dos curiosas adolescentes comparando su primer flujo gonadal en descomposición.
Muchos rumores y hasta misterios se murmuraron debido a aquel extraño suceso, los más escépticos opinaron que lo del río solo eran químicos y que lo de la mar no era más que el resultado de un proceso bacterial muy raro en la naturaleza marina, pero nada del otro mundo.
Hubo quien mencionó que lo del Matasnillo en realidad tiene que ver con la cloaca pestilente en que se ha convertido dicho río y que concretamente se relaciona con la cantidad de fetos que a diario son lanzados a dicho desagüe metropolitano, tanto es así que ya hay gente que opta por llamarle a este caudal contaminado “El Río Matasniño”.
Hay quienes que, retomando las leyendas de la tradición popular alegan que en esa ocasión vieron a la Tulivieja, balando como una condenada y llorando a moco tendido, arrastrándose por las riveras de la crecida roja, buscando a un supuesto hijo suyo, nacido en Bocas del Toro y que aparentemente murió ahogado.
Este hecho verdadero o no, me recuerda el caso que se nos cuenta, que sucedió en esa lejana provincia, allá a mediados del siglo diecinueve. Por fortuna se trata de un caso de ficción con el cuál a la vez que se nos entretiene también se nos arrastra a una profunda reflexión.
Se trata de la historia de la corta vida del joven poeta Rafael (ángel o demonio), de quien de acuerdo a la historia que Tristán Solarte nos cuenta en su novela corta El Ahogado, este ahogado, en realidad pereció sumergido, por sus pasiones en las profundidades de su misma sangre.
En esta historia, Tristán Solarte muy hábilmente funde en un hecho ficcionado, la vida cotidiana, hechos históricos y leyendas que gravitan en la memoria colectiva de nuestros pueblos, logrando con este hábil detalle universalizar su obra. (Este es un ejemplo de un buen uso de un lugar común de las leyendas de la tradición oral).
En esta novela Bocas del Toro no es simplemente una provincia de la que mucho oímos hablar, pero que poco sabemos de su realidad, aquí Bocas se nos presenta a través de una prosa poética muy bien lograda, como un salvaje mundo en donde el aullido profundo y misterioso del mar es la voz de dios que se lamenta o se regocija ante la belleza extrema de aquella creación.
En esta novela ese pedazo de mundo que alguna vez vivió su época dorada, pelechando de las migajas que esparcía por sus indomables costas la “Mamita Unit”; sus gentes viven estigmatizadas por un pasado violento y estremecidos por un presente que los ha marcado de abandono, añorando emigrar hacía mejores tiempos, para luego entonces padecer de la salobriga nostalgia por la tierra que los vio nacer.
Esta novela está estructurada y tramada para que el lector se ahogue en sus laberintos narrativos en el desesperado intento de descubrir a un asesino que bien podría ser el mismo Guillermo Sánchez Borbón. Pero bien, una advertencia valida para los lectores que les gusta el suspenso, lo policial y lo detectivesco, si bien es cierto que la búsquela del criminal, por parte del Dr. Martínez, es un buen gancho para atraparnos a esta interesante lectura; el hecho significativo (que constituye el tema tratado) en si lo constituye la eterna lucha entre la belleza estética de la obra del poeta en contraposición con la existencia vital como ser humano atormentado. A lo mejor concordemos en que el conflicto principal de la obra sea el desenmascaramiento del asesino, pero es que la misma existencia de Rafael es producto de un conflicto tan mundano como la simulación de un falso embarazo con el objetivo de lograr un matrimonio (esto es un lugar común), el origen de su paternidad no se queda atrás, él es producto y consecuencia de la extraña relación sexual de su madre Josefina, con un mítico personaje, que marca su vida para siempre llevándola a la locura. Rafael es el aparente heredero de una casi maldición que marca su corta vida de manera contradictoria, para ser vivida a contramarcha por las sendas de la lucidez artística en constante contradicción con las más epicúreas y subterráneas trochas de la lujuria humana.
Estructura en extrema res, trama laberíntica, uso dinámico de los narradores, movilidad en los tiempos cronológicos, inercias cargadas de una muy tropical prosa poética, son algunos de los elementos técnicos de que se vale el autor para hacer de esta novela corta una pieza literaria, un clásico de gran calidad estética en la narrativa contemporánea de las letra panameñas.