jueves, agosto 27, 2009

Descentralización poética en Chile

domingo, agosto 09, 2009

Por qué escribo


Foto: Frei Betto

Frei Betto

Es una pregunta que me hago yo mismo. Y para la cual no tengo una respuesta exclusiva; o, como diría Descartes, clara y distinta. Escribí 48 libros a lo largo de 30 años, aparte de aquellos en que participé como co-autor. Redacto de ocho a diez artículos periodísticos al mes. Y... ¿por qué escribo? Planteo una variedad de hipótesis no excluyentes.

Escribo para construir mi propia identidad. Si hubiese sido criado por lobos, ¿será que me sentiría lobo en el mundo? La identidad es también reflejo de un juego de espejos. Si mis padres y maestros me hubiesen inculcado que soy inútil para las letras, y no me hubiera quedado otra alternativa que trabajar en una mina, quizás hoy -si hubiera sobrevivido- fuese un minero jubilado.

Mi experiencia, sin embargo, fue diferente. Los espejos relucieron en otras direcciones. Ya traía dentro de mí un factor filogenético. Mi padre escribe crónicas. Mi madre publicó siete libros de cocina. El gato de la casa no escribe, pero parece que le gusta leer, a juzgar por el modo como se enrolla en periódicos y revistas.

Viene, además, el factor ontogenético. En segundo año de primaria, en el Grupo Escolar Barão do Rio Branco, Belo Horizonte, doña Dercy Passos, que me enseñó el código alfabético, entra en clase con nuestras redacciones bajo el brazo. La profesora pregunta a los alumnos: "¿Por qué no hacen como Carlos Alberto? Él no pide a sus padres que le hagan sus composiciones". (Hermoso: composición. Promueve la escritura al nivel de la poesía y de la música). La frase elogiosa me sacó del anonimato, infló mi ego, me dio un poco más de seguridad en el arte redaccional.

Me volví un lector ávido. Monteiro Lobato, la colección "Terramarear", el Tesoro de la Juventud. No leía con la cabeza sino con los ojos. El texto se me volvía espejo y yo veía mi propio rostro en lugar del perfil anónimo del autor. Más que el contenido, me encantaba la sintaxis, el modo de construir una oración, la fuerza de los verbos, la riqueza de las expresiones, la magia de encontrar el vocablo apropiado para el lugar exacto.

Primer ciclo de secundaria, colegio Dom Silverio, de los hermanos maristas, Belo Horizonte. El hermano José Henriques Pereira, profesor de portugués, me espera a la salida de clase. Me llama aparte y dice: "Usted solamente no será escritor si no quiere".

Escribo para manejar estéticamente las fuerzas extrañas que emanan de mi inconsciente. Poco a poco fui descubriendo que nada me da más placer en la vida que escribir. Condenado a hacerlo, iría a prisión perpetua con las letras, con tal que pudiese producir mis textos. A los candidatos a escritor les brindo este criterio: si consigue ser feliz sin escribir, quizá su vocación sea otra. Un verdadero escritor nunca será feliz fuera de este oficio.

Escribo para ser feliz. Barteanamente, para tener placer. El sabor del saber. Tanto que, una vez publicado, el texto ya no me pertenece. Es como un hijo que alcanzó la madurez y marchó de casa. Ya no tengo dominio sobre él. Al contrario, son los lectores los que pasan a tener dominio sobre el autor. En ese sentido, toda escritura es una oblación, algo que se ofrece a los demás. Ofrenda narcisista de quien busca superar la devastación de la muerte. El texto eterniza a su autor.

Escribo también para sublimar mi pulsión y dar forma a la babel que me llena interiormente. La literatura es el reverso del sicoanálisis. Quien va al sofá es el lector-analista. Tumbado o recostado, oye nuestras confidencias, descifra nuestros sueños, dibuja nuestro perfil, se da cuenta de nuestros ángeles y demonios. Por eso, así como los sicoanalistas evitan las relaciones de amistad con sus pacientes, yo prefiero mantenerme distante de los lectores. Yo no soy la obra que hago. Ella es mejor y mayor que yo. Mientras tanto, ella me revela con una transparencia que nunca alcanzo en ninguna conversación personal. Tengo miedo de la mirada caníbal de los lectores, como si mi persona pudiese corresponder a las fantasías que se forjan a partir de la lectura de mis textos. Tengo miedo también de mi propia fragilidad.

El texto teje la tela de mi coraza. Con ella me visto, en ella me abrigo y me refugio. Es mi nido encantado. Mirador privilegiado desde el cual contemplo el mundo. Desde ahí puedo ajustar los lentes del código alfabético para hablar de religión y política, de arte y ciencia, de amor y dolor. Recreo el mundo. Por eso, escribir exige cierto distanciamiento.

Debiera de haber monasterios en las montañas donde los escritores pudieran refugiarse para crear. No puedo ejercer mi oficio textil rodeado de interrupciones, como llamadas telefónicas, idas y venidas, reuniones, etc. Me retiro para hacerlo. Estoy de acuerdo con João Ubaldo Ribeiro cuando afirma: "Escribir, para mí, es un acto íntimo, tan íntimo que no acierto a escribir frente a alguien, salvo en la redacción del periódico, que es como un sauna, donde todo el mundo está desnudo y no se fija en la desnudez ajena".

"En el principio era el Verbo...", proclama el prólogo del evangelio de Juan. Al final también lo será. Verbo que se hace carne y meollo y, aún así, permanece impronunciable. Innombrable. La palabra ara y siembra, pero sus frutos nunca son totalmente saboreables. Polisémico, el verbo es misterio.

"Escribo por vanidad", confesaba el poeta Augusto Federico Schmidt. En general los escritores son insoportablemente vanidosos. Tanto que llegan a crear academias literarias para autoconcederse el título de "inmortales". Allí la mayoría sobrevive a sus propias obras. ¿Qué autor no atribuye una importancia superlativa a lo que escribe? Si el libro no se convierte en best seller y no es elogiado por la crítica, el autor culpa al editor, a la distribuidora, al prejuicio de los medios, a los círculos literarios de las ciudades.

Pero ¿alguien conoce una obra de indiscutible valor literario que haya sido olvidada por haber sido impresa en la imprenta del municipio de Caixa Prego? Lo que vale, temprano o tarde se impone. Lo que no lo tiene, aunque haya sido catapultado a las alturas por los nuevos y millonarios recursos de mercadotecnia, no perdura. El buen texto es aquel que deja regusto en el paladar del alma. Deseo de leerlo de nuevo.

Todo texto, sin embargo, depende del contexto. Por eso, dos lectores tienen diferentes apreciaciones del mismo libro. Cada uno lee a partir de su contexto. La cabeza piensa donde pisan los pies. El contexto proporciona la óptica que penetra más o menos en la riqueza del texto. Un alemán tiene más posibilidades de saborear a Goethe que un brasileño. Éste, a su vez, gana al alemán al incursionar en los grandes caminos y trayectos de Guimarães Rosa. Desde mi contexto leo el texto y extraigo, para mi vida, el pretexto.

Escribo en computador. Cuando busco un tratamiento estético más depurado, lo hago a mano. Hemingway escribía de pie. Kipling con tinta negra, en cuadernos de hojas azules con márgenes blancos, hechos especialmente para él. Henry James hacía un esbozo escena por escena antes de comenzar una novela. Faulkner decía que "oía voces". Dorothy Parker confesaba: "No consigo escribir cinco palabras sin que cambie siete". Escribir es cortar palabras y modificar frases.

Escribo para asegurar mi sustento, que no viene como maná del cielo ni de la iglesia, gracias a Dios. Un libro da dinero, como la lotería: para unos pocos. En este país de analfabetos, donde los alfabetizados no tienen hábito de lectura, y las pequeñas tiradas editoriales encarecen el costo del producto, vivir de derechos de autor es privilegio de una Ruth Rocha y de un Paulo Coelho. Mío también, guardadas las proporciones. Porque tengo muchos libros, destinados a diferentes segmentos de lectores y, como religioso y célibe, un costo de vida relativamente reducido. Si tuviera familia, sería difícil vivir de esos derechos de autor.

Escribo para exponer mi "sentimiento de mundo", en expresión del escritor Carlos Drummond de Andrade. Intentar decir lo indecible, describir el misterio y ejercer, como artista, mi vocación de clon de Dios. Sólo sé decir el mundo a través de las palabras. Sólo sé comprender este pez sutil e indomable -lo real- a través del escrito. Es mi forma de oración.

Quizás, por esa misma razón, Dios haya preferido la literatura para expresarse. Podía haberlo hecho mediante la pintura o la escultura. Podía haber esperado al cine, a la fotografía, a la televisión o a la cibernética. No, escogió un texto, la Biblia.

Hombre de fe, escribo porque hay algo de divino en este oficio que desciende a las profundidades de lo humano, volviéndolas trascendentales.

Escribo, en fin, porque no sé hacer otra cosa ni tengo motivos para dejar de hacerlo.

Aún así, me sigo preguntando: ¿por qué escribo? Y tengo ansias de confesar que, en el fondo, es para impedir que se cure la locura que, tras esa aparente formalidad, hace de mí un hombre embriagadoramente alucinado.

http://alainet.org/active/show_text.php3?key=2706


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Patria Literaria

sábado, agosto 08, 2009

ROQUE DALTON


Foto: Roque Dalton.

Roque Dalton
(1935-1975)

A 20 AÑOS DE SU MUERTE
¿Releer a Dalton? ¿En cúal circo?


Luis Melgar Brizuela
Escritor y Catedrático Universitario Salvadoreño


“...rapto demorado de la belleza
que levanta su propio circo...”
Doradas cenizas del fénix
Roque Dalton


De poéticas y de circos

La poesía se lee desde una poética. Es decir, un poema, un relato o cualquier otro texto artístico se gusta y se interpreta desde una sensibilidad culturalmente conformada, desde un «imaginario» personal-colectivo [1] y desde una teoría estética. Muchas personas no pueden leer poesía porque no tienen una poética con que hacerlo. Una poética es un modo de producir y de leer poesía. Es el código estético que subyace a la hechura/lectura de obras de este género o, mas ampliamente, de cualquier otro campo artístico.

Un circo es un lugar de catarsis (por la vía del asombro y de la risa). Es también un lugar de belleza y de sátira (recordemos la función de la comedia, en especial). Entonces, también las payasadas y las acrobacias se «leen» (se gustan y se entienden) desde un código estético, desde una poética.

¿Quiere decir lo anterior que hay parentezco entre el poeta y el payaso? Bueno, Roque Dalton así lo afirmaba, sobre todo en la recta final de su vida, cuando se hizo «guerrillero». En su último poemario, póstumamente armado y editado por la Resistenncia Nacional, RN, bajo el título de poemas clandestinos, dice («Como declaración de principios») “... el poeta para la burguesía solo puede ser: SIRVIENTE, PAYASO o ENEMIGO. El payaso es un sirviente ‘independiente’ que nada maneja mejor que los limites de su propia ‘libertad’...”

Como culebrita que se muerde la cola, surge de ahí mismo, irónicamente, esta pregunta: ¿Ha habido también poetas-payasos para el proletariado? ¿Fue Dalton uno de ellos? Mas de algún critico se atreve a decir algo como eso. Por ejemplo, J. Beverly y M. Zimmerman lo llaman «el feo pero simpático Cantinflas marxista de El Salvador, en su mera imperfección» (traducción levemente libre).[2]

Por otra parte, «circo» (etimológicamente ) significa «circulo», «campo (circular) de carreras». Y Roque, con Otto René Castillo, primero, y mas tarde con Manlio Argueta y otros de su generación, proclamaron sus carreras literarias fundando, en 1956, un «circulo» que vino ser centralismo en la historia de la poesía de este país.: el Circulo Literario Universitario, punto nodal de nuestra revolución estética y cristalización de la nunca bien ponderada «Generación Comprometida». Releer a Dalton: una cuestión de memoria nacional. La memoria es un hilo. Si se pierde ese hilo conductor, se pierde el rumbo. Pueblo sin memoria es presa fácil del imperio de turno. Las amnesias, las falsas amnistías, los pragmatismos «post-modernos» y demás formas de la desmemoria nacional, son atentados contra la identidad y , por lo tanto, contra el futuro de la nación.

Pero la memoria es también un selector: no todo merece ( ni puede) recordarse. Hay que olvidar las semillas que no fructificaron y los poemas que echaron raíces en el tiempo. Hay, además, que separar el trigo de la cizaña: echar esta al fuego y llenar con aquel los graneros de mañana. Nuestra memoria nacional exige releer a Dalton para no perder el hilo de la poesía; pero ha de hacerse desde esta nueva etapa, desde este otro circulo de la espiral, desde los actuales «circos» poéticos.

Se trata, pues, de desyerbar en su abundante y levemente umbroso jardín, donde, como lo dijo el, pastaron los héroes, se arrodillo la luna y el cardo se lavo los pecados (Mas orgullo. El turno del ofendido). Para ello propongo siete ejes de relectura, que corresponden las ( para mí) siete principales contradicciones de su obra literaria y de su vida. Antes de plantear mi propuesta debo reconocer, en honor al César, que el estudio de Rafael Lara Martínez que precede a su antología de Dalton[3], es la primera relectura seria y desafiante que entre nosotros se ha hecho de aquel epónimo de la poética del compromiso.

I. Poesía contra ideología.

¿Cuántos poemas o textos de Roque Dalton fueron de pura ocasión o de consigna partidaria?

En esta línea, el primer lugar lo tendría, sostengo, Poemas Clandestinos, y el segundo Un libro rojo para Lenin, escritos en la «trinchera», al menos en la propagandística, con propósitos y tonos didácticos, concesiones al gusto popular o la emergencia politico-militar. Ejemplos: «Y sigues siendo bella/compañera poesía/ entre las bellas armas reales que brillan bajo el sol/ entre mis manos o sobre mi espalda...» (A la poesía). «El que se fue a Sevilla perdió su silla/guerrilla guerrilla guerrilla/ guerrilla guerrilla guerrilla guerrilla...» (Las rimas de la historia nacional). ¿Qué podrá salvarse de tales libros? ¿Y que de las diatribas contra los «idealistas» y los «reaccionarios» como Viejuemierda (contra Masferrer), De un revolucionario a J.L. Borges (contra este), Guatemala feliz (contra Asturias), El año de Gavidia (contra este), etcétera? Claro está que puede seguir leyéndose como curiosidades de una «estética extrema» (Huezo dixit) o como «documentos» para una historia de las ideologías. Pero, ¿cómo poemas?

II. Humor contra dolor.

¿Quién que haya explicado a Dalton no ha dicho que esparcía humor para todo y para todos? Maestro de la ironía, espadachín de la mordacidad, campeón de la puntada. Pero, detrás de esa risa, ¿no había una desazón, un dolor «de profundis»?, «Pedagogo de la risa» lo han llamado, también, los dos autores gringos ya mencionados, que usó, dicen, para atacar la pomposidad, el dogmatismo y la esclerosis del pensamiento político. Pero, añaden, detrás del humor y de la auto-burla “hay seriedad de muerte[4]”. Y Claribel Alegría lo refiere como alguien que tenia “marcada la muerte en su rostro”, pero “se pasó la vida haciéndole muecas burlonas a la muerte que lo seguía siempre a tres pasos de distancia”.

III. García contra Dalton.

Nuestro poeta, siendo como era un hijo «natural» y habiéndose criado solo con su madre, publico sus primeros textos con la firma de «Roque García Dalton». Pero muy pronto cambió a «Dalton García». ¿Por qué? En su poesía es notable, muy notable, el complejo de Edipo. Pero, ¿qué con su padre? Sabemos que escribió dos obras sobre él (teatro y novela), ambas con el mismo titulo Dalton y CIA, aun inéditas, al parecer. Y también sabemos que su relación con él fue conflictiva, a distancia: “Mi padre, o un padre, en fin sin posesivos...” Desde un enfoque sico-biografico (para cuando se escriba su vida) será productivo relacionar las complejidades de su infancia, de su origen de clase ( era hijo del millonario gringo Winall Dalton y de la humilde enfermera salvadoreña María García), de su educación religiosa, con su opción política y su credo poético. La ausencia del padre y la sobreprotección de la madre, ¿lo signaron para poeta-guerrillero? El mismo cuenta que un tal Miguelito Regalado Dueñas. después de invitarlo a cenar, le dijo: ”Dicen que tú ingresaste al Partido Comunista por complejos...” («XII», Los hongos).

IV. Cristiano contra marxista.

Esta es, pienso, la contradicción (¿o la conjunción?) mas morrocotuda en la semántica daltoniana. Se extiende, desigual y combinadamente, a lo largo de su obra. Se concentra brillantemente en Los hongos, del cual dice él mismo que “enfoca la pugna que existió en mi juventud entre conciencia revolucionaria y la conciencia cristiana, resuelta ...en el centro de un colegio jesuita[5]?. ¿Resuelta? Bueno, eso lo dijo en Cuba, a Mario Benedetti, para lectores socialistas a quienes quería convencer de su socialismo. Yo mas bien creo que si acaso resolvió esa pugna fue por la vía (crucis) de su cristianismo, ya que su vida( es decir, su muerte) se resolvió en un acto sacrificial como parte de un imaginario utópico-mesianico y hasta profético: «...me quedan algunos meses de vida. Los elegidos de los dioses seguimos estando a la izquierda del corazón. Debidamente condenados como herejes». (ibid)

V. Hereje contra poeta.

En ese mismo poemario, que considero el testamento poético de Dalton, él se asume como profeta: «Pero, ¿por qué no pelear otra vez contra Jericó/ Tenemos en mente los conceptos proféticos, el tono de todos los misterios y / lo mas significativo:/ el galillo de las viejas trompetas». Lara Martínez ha señalado esa misma auto-caracterización respecto al final de Las historias prohibidas del Pulgarcito, libro que «concluye con el retorno utópico de Dalton, el profeta, a su tierra natal [6]».

Empero, no lo mataron por profeta sino por hereje. Cierto es que el mismo lo había «profetizado» pero con respecto a sus enemigos de clase y no con respecto a sus camaradas. Ironías de la muerte.

VI. Nacionalista contra cosmopolita.

Quizás sólo monseñor Romero haya sido, en los años de la guerra, un salvadoreño más mundial que Roque. ¿Quién como él viajó y vivió en tantas patrias (Cuba, México, Checoslovaquia, Chile, Rusia, Francia, Vietnam) para dar, a contrapelo, testimonio de la suya: «Soy pues un diosecillo a tu costa/ (Quiero decir: por expatriado yo/ tú eres ex-patria») Y, a la, ¿quién como él trajo tanto del mundo a la literatura salvadoreña: vanguardismo, conversacionismo, narrativa-collage, testimonio, debate? Sin contar sus incursiones en la raíz indígena (ver, sobre todo, Los testimonios). Entonces, su relectura dará mucho para una teoría del mestizaje salvadoreño, entre otras cosas.

VII. Su «nosotros» histórico contra su «yo» personal.

Esta macro-oposición ha permitido a Lara Martínez dividir la obra poética de Roque Dalton en dos grandes bloques: el del yo personal y el de la historia nacional. De acuerdo. Volvemos, pues, al principio: poesía contra ideología, poeta contra político, el Dios interior contra el Dios de los pobres. Venció el «nosotros»: el político mató al poeta. Pero, ¿cuál <>: el de las masas revolucionarias o el del ERP de ayer o el de la izquierda rosa de hoy (1995, a 20 años de su asesinato)? ¡Vaya tro(m)pezón ! ¿Y qué fue de su «yo»? ¿Y qué de su «polvo enamorado»?

Más preguntas que respuestas. Que la obra y la vida de Roque Dalton siguen pesando en la cultura nacional lo prueba el hecho de que hay a su respecto más preguntas que respuestas. Por lo tanto, hay que leerlo con nuevos ojos y con nuevos ejes. La poética del compromiso de la que el fue líder y modelo, es cosa del pasado, ¿no? ¿Quien vendrá ahora a sentenciar que “el poeta es una conducta moral” y que “la literatura es esencialmente una función social”, como el lo hacia? El compromiso ha vuelto a ser solo con la literatura misma, con el “escribir bien”. Lo demás, ¿ es lo de menos?

Pero la sangre de Roque clama al cielo y sus mejores versos (“doradas cenizas del fénix”) (re)claman esta tierra que tanto amo, donde (literalmente) sus huesos fueron esparcidos.

Si bien el, a “alta hora de la noche”, presintiendo tal vez que su muerte no seria buen noticia nos pedía que al saberla no pronunciáramos su nombre, mas vale que sigamos pronunciándolo, es decir, (re)leyéndolo, desde los circ(ul)os poéticos de esta “nueva era” de paz, pluralismo, pragmatismo y bandazos.

Notas bibliográficas
1. Imaginario: el mundo imaginario de cada quien, de cada grupo.
2. John Beverly and Marc Zimmerman. Literature and politics in the central american revolutions. Austin, Texas, USA 1990.
3. Rafael Lara Martínez. En la humedad del secreto. (Antología). CONCULTURA. San Salvador 1994.
4. Beverly-Zimmerman. op. cit. p.128.
5. Roque Dalton. Entrevista con Mario Benedetti: Los poetas comunicantes. Marcha. México 1971.
6. Lara Martínez. op.cit.p.XX Revista Tendencias, No 40. San Salvador, El Salvador, Mayo de 1995.


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Patria Literaria

martes, agosto 04, 2009

LA LITERATURA EN TIEMPOS DE AMOR Y DE GUERRA



Norton Contreras Robledo

Quisiera ser alquimista, unir las letras milenarias, organizar, construir cimientos de futuro en espacios vacíos, en laberintos sin sentido y valores de hojarascas. Al principio todo era sombra, oscuridad. El verbo trajo la luz . Las palabras mueven la vida, son las ruedas de la historia. Siempre que mires con una doble mirada .Toda la historia del hombre podría reducirse a la relaciones entre las palabras y el pensamiento ; leyendas, cuentos, tabúes y mitos. En este ensayo me propongo abordar algunos aspecto de la literatura. Aquellos que quizás son los menos concientes. Porque a veces frecuentamos la realidad sin dejarnos sorprender o interpelar por ella. Quiero desenterrar las palabras sepultadas bajos los restos de las estrellas muertas.* (1)

La magia de la literatura

En cada obra literaria se vislumbra la posibilidad crear o reinventar el mundo circundante. Es ahí donde esta la esencia de la literatura , su magia.

En una obra literaria a veces encontramos expresado lo real y mágico, porque en la vida cotidiana de las gentes y de los pueblos lo mágico con lo cotidiano se mezclan. Suceden hechos en los que la frontera que separa lo real de lo fantástico es sutil y difusa. Tan desdibujada que nos hace pensar que la barrera entre estas realidades no existe; que lo real es tan extraordinario y fantástico que puede dar la sensación de irrealidad.

La magia de la literatura radica en que nos acompaña desde nuestros primeros años de vida y hasta el ultimo de ellos. Y a través de sus géneros vemos la realidad que nos rodea, o nos transporta a tierras desconocidas, a países remotos, a planetas y sistema solares. Nos lleva a través del tiempo y el espacio a conocer personas del pasado o de del futuro que se vislumbran detrás de las sutiles cortinas de la narración.

Experiencias y sensibilidades

Que bonita y maravilloso fue en mi infancia, en el pueblo de Canela, cuando vivía en el monte y aprendí a leer. La literatura tuvo la magia de abrir las puertas que me permitieron llegar a sitios. Viajar a lugares remotos que jamás hubiera podido imaginar. Recuerdo como si fuera hoy que sentado bajo las sombras de un árbol, mientras las ovejas y las cabras pacían, yo con un libro en las manos me transportaba a lugares lejanos. La naturaleza, sus colores, olores, sabores, las gentes. Sus vidas, sus trabajos, aparecieron ante mí con un nuevo significado. Mis ojos lo veían de forma diferente, las sentía de otra manera. Ahí radica la magia de la literatura de hacer ver y sentir la vida, las gentes y la naturaleza con una doble mirada.*(2)

El concepto de ideología en la literatura

Cuando leemos una obra literaria existe la tendencia en pensar que dicha obra esta por sobre cualquier concepto ideológico. Sin considerar en las múltiples definiciones que las ciencias sociales da a la ideología; falsa conciencia, visión interesada, parte integrante de la conciencia social en conexión con diferentes intereses de clases sociales, intereses económicos y políticos. El concepto de ideología en una obra literaria se manifiesta como la concepción de la realidad desde una perspectiva particular . La función ideológica en una obra literaria se manifiesta en el afán que tiene el escritor de dar la visión, es decir la manera que el tiene de ver e interpretar el mundo circundante. En este contexto podríamos decir que en una obra literaria no consiste en las ideas especificas sino en los procedimientos mediante los cuales se analizan los hechos, la vida y el desarrollo social.

La función ideológica es una condición presente en todas las formas literarias: libro de poemas; España en el corazón, de Pablo Neruda, himno a la glorias del pueblo en la guerra, que exponía los horrores de la Guerra Civil Española, y su postura de republicano, es un poemario hermoso. En este libro muestra su rostro de poeta combatiente e idealista. La primera edición, corresponde a Ediciones Ercilla Santiago de Chile, 1937. Fue reimpreso por primera vez en España por el Comisariado del Ejército del Este, ediciones literarias. Canto General de Pablo Neruda Paradigma de una profunda identidad entre lo estético y lo social, nutrido por el fervor revolucionario latinoamericano, Canto general, escrito entre 1938 y 1949 y publicado de manera privada en 1950, es una de las expresiones más altas en la vasta obra de Pablo Neruda (Chile, 1904-1973). En la poesía de Walt Whitman, Hojas de Hierbas, Aparecida en 1855, Unánimemente considerado el poeta máximo de Norteamérica, Walt Whitman (1819-1892) es el supremo cantor del Yo y de la naturaleza, del cuerpo y del alma, de la igualdad del hombre y la mujer, de la fraternidad y la democracia. En novelas ; Las uvas de la ira de John Steinbeck , el tema representado en esta novela es actual en lo concerniente a inmigración y su explotación laboral. John Steinbeck, el autor, vivió durante dos años una vida de privaciones semejantes a las que describe en la obra, siendo un humilde campesino. Con esta experiencia y con una sincera conciencia social, el escritor reproduce este testimonio en medio de los peores tiempos de EE.UU. en toda su historia, la Gran Depresión. El Sr. Joad y su familia se ven obligados a abandonar lo único que poseen, su miserable y polvorienta granja en la árida zona de Dust Bowl, Oklahoma.

Esperanzados en poder encontrar trabajo, ponen rumbo hacia la tierra prometida, California, donde se rumorea que existe una gran necesidad de jornaleros. A medida que se aproximan van descubriendo la dura realidad: agotadoras jornadas, rechazo social, condiciones infrahumanas y míseros salarios. Joad (hijo), consciente de ésta realidad, empieza su lucha por reivindicar los derechos de los trabajadores.

Memoria de la casa de los muertos de F. M. Dostoievski, En 1849 es detenido y condenado a trabajos forzados en Siberia debido a que frecuentaba círculos cercanos al anarco socialismo. De esta experiencia en la cárcel surgió Memoria de la casa de los muertos (1862) obra fundamental tanto en su trayectoria literaria como vital.

La literatura y el mundo circundante

A modo de conclusión: Decía al comienzo que en cada obra literaria se vislumbra la posibilidad de crear o reinventar el mundo circundante. Es ahí donde esta la esencia de la literatura , su magia. La literatura es portadora de recreación identificada con la esencia de cada ser, portadora de emociones, sensaciones. En la palabra esta la magia de ser ente de comunicación entre los hijos de la torre de Babel. Diseminados en diferentes realidades geográficas, sociales , económicas y políticas en diferentes lenguas . La esencia de la literatura es su enorme poder evocador y creativo. Su capacidad no sólo de permanecer, sino de "ser", de construir mundos posibles. Y de dar testimonio de un mundo en el que millones de hombres, mujeres y niños de los países del denominado tercer mundo; personas que no tienen acceso a la educación, a la cultura, a la salud y al bienestar; ven en fotos, películas o por televisión, el consumismo y la abundancia de los países desarrollados, observan, sienten o adivinan el desperdicio de recursos naturales como la luz, el agua y los alimentos. A esos millones de seres humanos les resulta increíble lo que ven sus ojos. Ellos no tienen agua para beber y millones de ellos mueren de hambre. El consumismo, tan real y cotidiano para las personas de los países desarrollados, aparece como algo divino, irreal y mágico ante los ojos de niños, mujeres y hombres, condenados por los países ricos. Los mismos países que han perdido la capacidad de asombro y de indignación ante las terribles desigualdades. Las palabras que llevan en si las ideas de que un mundo mejor es posible pueden convertirse en actos,a los ojos y oídos de millones de seres que aún luchan con esa convicción, con esa ilusión.

La literatura trae los sentimientos que mueven al mundo, palabras de amor y pasión, las palabras de la ira y la ternura. Trae los tiempos de amor y de guerras. Es la memoria de los tiempos idos. Y nos recuerda que el tiempo presente es el capítulo inacabado del pasado y el preludio impreciso del futuro. Y que las palabras que aún no se han dicho, serán las que se dirán un día. Cuando las palabras son censuradas, quedan clandestinas en cualquier lugar, en cualquier espacio. esperando, aguardando, activando, organizando, despertando conciencias para un nuevo día. La literatura va reconstruyendo los momentos, gestos, actos. Mientras haya vida, estará las literatura en las palabras escritas. La literatura es la semilla en la arena, montañas, océanos, campos y ciudades. Nace cada día, cada mañana. va hacia la vida, hacia las gentes.Como la luz al día, como el espacio al tiempo. *(3)

Notas* (1, 2, 3) Fragmentos del poemario Cantos en tiempos de amor y de guerra, de Norton Contreras Robledo. Otra Dimensión Editores (Madrid 2008).

El Periódico Nuevo Enfoque
No. 152, Primera Quincena de Agosto 2009.


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Patria Literaria

domingo, agosto 02, 2009

"LA MAZA"


Silvio Rodríguez, trovador cubano.
Concierto en Argentina: Estadio Obras Sanitarias, abril de 1984.

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