martes, enero 26, 2010

Casa de las Américas presentó sus premios 2009


Foto: Cienfuegos, Cuba.

Roberto Fernández Retamar, presidente de la institución y director de la revista Casa desde 1965, presentó a su vez el más reciente número de la publicación (257) dedicado de manera exclusiva a la cultura de Ecuador.

Prensa Latina
digital@juventudrebelde.cu
23 de Enero del 2010 14:07:10 CDT


CIENFUEGOS._Casa de las Américas presentó este sábado los libros premiados por esa institución el pasado año, casi al final de la primera semana de trabajo del jurado de la presente edición de ese certamen en esta ciudad portuaria del centro-sur de la Isla.

Al poner los textos a consideración del público Roberto Zurbano, director del Fondo Editorial de la institución, caracterizó como un gesto de reciprocidad que los lectores cienfuegueros tengan la primicia de estas obras laureadas.

El Premio Casa que celebra este año la edición 51 de su concurso literario lleva nueve de manera consecutiva sesionando en esta ciudad, 250 kil metros al sudeste de La Habana.

Roberto Fernández Retamar, presidente de la institución y director de la revista Casa desde 1965, presentó a su vez el más reciente número de la publicación (257) dedicado de manera exclusiva a la cultura de Ecuador.

El testimonio Mañana es lejos (memorias verdes de los años rabiosos), del argentino Eduardo de Rosenzvaig y la noveleta La prometida del señor de la montaña (literatura para niños y jóvenes) resultaron premios Casa 2009 en sus respectivos acápites.

En novela el lauro correspondió al boliviano Claudio Ferrufino-Coqueugniot, autor de El exilio voluntario y en literatura brasileña al poeta Ledo Ivo por su cuaderno Réquiem.

Al año anterior el premio especial para escritores latinoamericanos residentes en los Estados Unidos recayó en Bugalú y otros guisos: ensayos sobre culturas latinas en Estados Unidos, del puertorriqueño Juan Flores.

En esta ocasión el público cubano pudo acceder además a la novela La Ceiba de la memoria, del colombiano Roberto Burgos, y al ensayo Globalización e identidades nacionales y postnacionales, del chileno Grínor Rojo.

Tales textos fueron acreedores de los Premios Especiales José María Arguedas, de narrativa, y Ezequiel Martínez Estrada (ensayo), respectivamente.

Fuente: http://www.juventudrebelde.cu/cultura/2010-01-23/casa-de-las-americas-presento-sus-premios-2009/

lunes, enero 25, 2010

ESCUELA DE COMUNICACIÓN MÓNICA HERRERA: TALLER PROFESIONAL DE CINE Y TELEVISIÓN EN EL SALVADOR

domingo, enero 24, 2010

"LA MAZA"



La maza
Silvio Rodríguez

Si no creyera en la locura
de la garganta del sinsonte
si no creyera que en el monte
se esconde el trino y la pavura.

Si no creyera en la balanza
en la razón del equilibrio
si no creyera en el delirio
si no creyera en la esperanza.

Si no creyera en lo que agencio
si no creyera en mi camino
si no creyera en mi sonido
si no creyera en mi silencio.

Qué cosa fuera,
qué cosa fuera la maza sin cantera.

Un amasijo hecho de cuerdas y tendones
un revoltijo de carne con madera
un instrumento sin mejores resplandores
que lucecitas montadas para escena.

Qué cosa fuera, corazón, qué cosa fuera
qué cosa fuera la maza sin cantera

Un testaferro del traidor de los aplausos
un servidor de pasado en copa nueva
un eternizador de dioses del ocaso
júbilo hervido con trapo y lentejuela.

Qué cosa fuera, corazón, qué cosa fuera
qué cosa fuera la maza sin cantera.

Si no creyera en lo más duro
si no creyera en el deseo
si no creyera en lo que creo
si no creyera en algo puro.

Si no creyera en cada herida
si no creyera en la que ronde
si no creyera en lo que esconde
hacerse hermano de la vida.

Si no creyera en quien me escucha
si no creyera en lo que duele
si no creyera en lo que quede
si no creyera en lo que lucha.


(1979)

sábado, enero 23, 2010

Por la Unidad de los Pueblos Indígenas: XI Encuentro Indígena y Cultural de las Américas



Pukara

En Colorado, Estados Unidos, del 3 al 8 de diciembre de 2009 tuvo lugar el XI Encuentro Indígena y Cultural de las Américas. Este undécimo encuentro es consecuencia de un esfuerzo iniciado el año de 1998 en la Universidad de Puerto Rico, en Río Piedras, cuando a iniciativa del actual coordinador internacional de este Encuentro, Ramón Nenadich Ph.D., se conformó un cuerpo de trabajo que se ha ido consolidando desde entonces.

En la actualidad, esta iniciativa cuenta con grupos, organizaciones y personas que han participado en todos o en varios de los encuentros. Este XI Encuentro agrupó a delegaciones de varias naciones indígenas de Norte América, en especial de los pueblos Dakota y de los pueblos indígenas de Alaska. Estuvieron presentes también delegados de organizaciones indígenas procedentes de los actuales estados de Panamá, Costa Rica, México, Guatemala, Brasil, Ecuador, Bolivia y Chile. El encuentro se realizó en La Universidad del Estado de Colorado y en sitios ceremoniales de las Montañas Rocallosas de Colorado, en inmediaciones del pueblo de Carbondale.

Este encuentro significó un hito importante en el crecimiento y fortalecimiento de esta iniciativa, concretizándose en cuatro principales decisiones: La constitución de una Fundación Internacional, la cuestión del perdón indígena a Cristobal Colón, la confirmación de una alianza con sectores de las sociedades no indígenas comprometidos con la salvaguarda de la naturaleza y la decisión sobre la sede del XII Encuentro Indígena de las Américas.

Carbondale será la sede de la Fundación Internacional para el Avance de los Pueblos Indígenas, a través de la cual será posible la realización de distintos proyectos educativos, culturales, espirituales, sociales, políticos y económicos que permitan avanzar en el mejoramiento de la calidad de vida de nuestros pueblos y en la protección de nuestras tierras y demás derechos humanos y naturales. Además, a través de la Fundación se promoverá la unidad de todos los pueblos indígenas, para que juntos y con los aliados que se pueda allegar, se superen las diversas situaciones de explotación, marginación, pobreza y discriminación en la que actualmente se debaten nuestros pueblos.

Un tema importante que salió en las discusiones fue el perdón indígena a Cristobal Colón. Según la opinión de varios participantes, la energía liberadora indígena está implicada en su efectividad por el trauma de la invasión. Este trauma, que de alguna manera genera evidentemente una memoria histórica necesaria para una práctica liberadora, origina también sentimientos de rencor y encono que sin la adecuada práctica emancipadora resultan perjudiciales a los objetivos descolonizadores indígenas, explicando quizás el inmovilismo ante los poderes opresores que marca la situación de muchos de nuestros pueblos. De ahí que varios delegados sugirieron perdonar a la persona de Cristobal Colón, con un perdón que no signifique anuencia al proceso colonizador sino la liberación positiva de las energías y potencialidades para que estas se encaminen decididamente hacia el logro histórico de los objetivos indígenas. Es mérito de este Encuentro haber planteado este tema, que por sus implicaciones políticas e históricas es todavía asunto de debate y definición.

Este XI Encuentro significó también la discusión de la naturaleza de las alianzas de los pueblos indígenas. En el mundo contemporáneo existen sectores que se aproximan a los objetivos de los pueblos originarios y que se manifiestan en ensayos cada vez más importantes por poner en marcha formas económicas alternativas; grupos de más en más importantes preocupados por la salvaguarda de la naturaleza y por dar un nuevo sentido a la relación de esta con el ser humano; comunidades humanas interesadas en definir el significado ideológico y espiritual de los cambios que vivimos… Estos sectores, entre otros, pueden ser aliados naturales de la causa indígena. Un logro de este Encuentro es haber discutido la obligatoriedad de que se efectuen aproximaciones a estos aliados que no estén mediatizadas por las organizaciones políticas o sociales de los estados colonizadores, sino por las propias organizaciones indígenas.

Finalmente, es importante recalcar la decisión de que en marzo de 2010 se realice el XII Encuentro Indígena de las Américas en Ecuador, en la Comunidad de Cayambe. La delegación indígena Cayambe presente en este Encuentro asumió, en nombre de su pueblo, la responsabilidad de organizar este nuevo Encuentro.

El próximo Encuentro Indígena y Cultural de las Américas

El XII Encuentro Indígena y Cultural de las Américas de se realizará en Sudamérica, en Ecuador. La sede será el territorio de la Confederación del pueblo Kichwa Kayambi, ubicado al norte de la región sierra ecuatoriana.

Este encuentro se realizará del 18 al 22 de marzo de 2010.

Habrá conferencias, mesas temáticas y exposiciones. Todo el programa estará relacionado con la descolonización, la soberanía y la autonomía de los pueblos indígenas de las Américas.

Se coordinará con programas de música y bailes autóctonos. Habrá una feria gastronómica nativa y una feria exposición de semillas y artesanías ancestrales. Habrá proyección de documentales sobre la lucha de los pueblos indígenas de las Américas.

Este XII Encuentro cuenta con el apoyo del Municipio de Cayambe. Cayambe es un cantón de la provincia de Pichincha. La localidad de Cayambe se halla a 78 Km al norte de Quito. Tiene una temperatura que varía en el día entre 12 y 23 grados centígrados.

El 21 de marzo se celebrará con amawt’as y líderes espirituales la ceremonia del Muskuk Nina, o Fuego Nuevo, en el templo sagrado de los Kayambis, la pirámide de Puntiatzil.

Fuente: Periódico mensual Pukara, nº 48, del 15 de diciembre de 2009 al 14 de enero de 2010. http://www.periodicopukara.com/archivos/pukara-48.pdf


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Patria Literaria

jueves, enero 21, 2010

El Salvador: También por 1932 se debe pedir perdón



Caralvá

El levantamiento campesino se inicia el 22 de enero de 1932, pero la matanza ocurre días después.

El próximo 25 de enero de 2010 será el 78 aniversario del mayor genocidio de nuestra historia patria, puesto que el 25 de enero de 1932, la etnia nahua acusada de comunista fue pasada por las armas sin piedad alguna.

Al margen de muchos elementos conocidos de injusticias y la ilegalidad de la naciente dictadura del General Maximiliano Hernández Martínez, este acontecimiento no ha sido redimido a favor de la etnia nahua.

Acusados de comunistas para justificar sus asesinatos, miles de pobladores de Izalco, Sonzacate, Nahuizalco y Juayúa fueron ejecutados sumariamente; debe mencionarse que en este último sitio también fueron quemadas las biblias protestantes y mataron a los recién convertidos por ser comunistas.

La estela de muerte no fue denunciada por nadie, ni la Iglesia Católica, ni la inicial iglesia protestante defendieron el quinto mandamiento de la Ley de Dios: No Matarás. Tampoco hubo defensa de las iglesias o los gobiernos de Honduras, ni Guatemala, los únicos que dudaron de aquella barbarie fueron los costarricenses, condición que ahora agradecemos por su valor histórico.

Las verdaderas causas de aquél levantamiento étnico fueron: “fraude electoral, exclusión de sus tierras comunales (hasta 1879, un cuarto de tierra de El Salvador era de las comunidades indígenas), depresión económica”, y del lado gubernamental un Golpe de Estado que rompió el orden institucional y democrático entre el 2 y 4 de diciembre de 1931, así se inicia el mayor invento político del siglo XX en El Salvador, la creación de la confabulación comunista, para justificar la dictadura y tratar de ganar el reconocimiento nacional e internacional.

Hasta la fecha, la etnia es tildada de comunista y a pesar del Acuerdo de Paz de 1992, el himno de un partido político repite: “El Salvador será la tumba donde los rojos terminarán”, frase a tomar muy en serio y con preocupación, puesto que así como no se ha condenado oficialmente este genocidio, tampoco se ha eliminado esa frase que evoca tantas injusticias del siglo pasado.

Es oportuno cambiar la historia nacional en temas como 1932, ahora que se pide perdón por tantas situaciones injustas de la reciente guerra civil, también se debe pensar en ese horrendo acontecimiento que significó el mayor etnocidio en el siglo XX en América Latina.

Ahora es tiempo de pensar en una sola Paz para la Patria de Todos, fortalecer la democracia, impulsar la razón, el debate nacional, el recurso de la conciliación por métodos pacíficos bajo una nueva historia nacional. Una nación que reencuentra en el pasado su razón de ser y justifica el presente, para defender su futuro.



www.cesarramirezcaralva.com


Diario Co Latino, texto publicado el jueves 21 de Enero de 2010.

martes, enero 19, 2010

El Salvador: Una luz de esperanza a dieciocho años de los Acuerdos de Chapultepec


Pintura: "Niños jugando a las bolas" (1946).
Antonio López Torres. Pintor español (1902-1987).

Patria Literaria.

En el marco del XVIII Aniversario de los Acuerdos de Paz, firmados en el Castillo de Chapultepec, ciudad de México, por el Frente Farabundo Martí para la Liberación Nacional (FMLN), la Fuerza Armada de El Salvador (FAES) y el Gobierno de El Salvador (GOES), el Presidente de la República, Mauricio Funes, pidió, en nombre del Estado salvadoreño, perdón al pueblo de El Salvador, por todos los crímenes de lesa humanidad, abusos y atropellos cometidos a la población civil, por el aparato represivo del Estado, en las administraciones públicas que estuvieron durante el conflicto armado en el país (1980-1992).

El mensaje de mucha trascendencia fue dirigido a los niños(as), jóvenes, mujeres, hombres, ancianos, religiosos, campesinos, estudiantes, intelectuales, trabajadores, opositores políticos y activistas de los derechos humanos.

El Mandatario destacó que las ideas nunca deben reprimirse. Además, se comprometió a crear una Comisión para la reparación moral y material de las víctimas de la guerra civil, a propósito de buscar a niños(as) desaparecidos(as) y de cumplirle a cabalidad a los lisiados de guerra. Asimismo, agregó que la Comisión estará integrada por representantes del Ministerio de la Defensa, Ministerio de Salud, Hacienda, Relaciones Exteriores y la Secretaria de Inclusión Social. La Procuraduría para la Defensa de los Derechos Humanos (PDDH) sería la encargada de velar porque dicha Comisión cumpla con los objetivos fijados.

Sectores de ultraderecha, han declarado su desacuerdo ante la solicitud de perdón hecha por el presidente Funes, por considerarla como una forma de "reabrir las heridas" de la sociedad salvadoreña.


Notas.

“En nombre del Estado salvadoreño, pido perdón”: Mauricio Funes. Diario Co Latino, publicado el 18 de enero de 2010.

Los Acuerdos de Paz, ¿motivo de celebración o reflexión? Patria Literaria, publicado el 16 de enero de 2007.

domingo, enero 17, 2010

Roque Dalton, la palabra al viento



Por Daniela Saidman

Lo cierto es que lo asesinaron, pero siguió diciendo. Lo cierto es que cayó por las balas, pero siguió escribiendo. Lo cierto que es lo mataron, pero se empeñó en seguir viviendo. Ese es Roque Dalton, el de la muerte compañera y traicionada, poeta de ese El Salvador de contradicciones y de luchas, de palabras, de sones, de vidas, de lluvias.


La Taberna y Otros lugares, libro de poemas con el que Dalton ganó en 1969 el Premio Casas de las Américas, es un irreverente viaje a la memoria de las luchas de esta América mayúscula. Roque Dalton (San Salvador, 14 de mayo de 1935 - 10 de mayo de 1975) late en los sueños y vibra en las palabras con que narró el mundo, el suyo, el nuestro… Este poeta fue más que un poeta, fue un combatiente, un fiel amante de las libertades, las individuales y las colectivas, por eso su nombre es un puente y una bandera, una invitación sin despedidas.


“Carlos Marx / maravillado ante una mariposa. / ¿Es que eso / tiene algo de confesión? / El Secretario General del Comité Central / se mete el dedo gordo en la nariz. / Por el contrario / eso, / ¿bulle de humana hermosura? / El bello niño / (recién expulsado de nuestras filas, pero aún bello) / recibe un tiro en el ojo / y todos los buitres del mundo / piden permiso para entrar en la ciudad. / Oh mariposas para enmudecer! / AH oficinas de la Revolución! / Lo que soy yo me compro una pistola”.

(Por las dudas)


También el amor se enciende en sus versos, el cuerpo infinito del deseo, la caricia sin dobleces, el amasijo de sudores y humedades, las manos, la duda, los ojos… lo humano sin sombras, la pregunta que de tanto silenciarse se vuelve eco de otras voces.


“Cuando anochece y tibia / una forma de paz se me acerca, / es tu recuerdo pan de siembra, hilo místico, / con que mis manos quietas / son previsoras para mi corazón. / Diríase: para el ciego lejano / ¿qué más dará la espuma, el polvo? / Pero es tu soledad la que puebla mis noches, / quien no me deja solo, a punto de morir. / Somos de tal manera multitud silenciosa…”

(Tu compañía)


Estos poemas nacieron al calor de susurros y conversaciones que el poeta escuchó de otros revolucionarios y obreros en una taberna de Europa del Este, son la suma de muchas noches y otras tantas reflexiones que dan cuenta del pensamiento y la utopía de una época, de un tiempo que no termina, porque cabalga a pelo sobre la historia. Son sus palabras voz profunda que se levanta contra las injusticias, porque Dalton fue de esos poetas comprometidos con las gentes y sus heridas, de allí que su palabra siga viva, cálida en las lecturas de nuestros roces y éstos, sus mismos sueños.


“Encallecido privilegio este orgulloso sufrir, / no se rían. / Yo, que he amado hasta tener sed de agua, luz sucia; / yo que olvidé los nombres y no las humedades, / ahora moriría fieramente por la palabrita de consuelo de un ángel, / por los dones cantables de un murciélago triste, / por el pan de la magia que me arrojara un brujo / disfrazado de reo borracho en la celda de al lado…”

(Algunas nostalgias)


No hay ni habrá nunca un sepulcro que aprese las incendiarias palabras de este hombre, poeta y revolucionario. No habrá porque no se pueden cortar las alas de los pájaros en vuelo, y la muerte no es más que un intento de acallar lo que gritó en todas las esquinas y en todas las hojas que sus manos cubrieron de tinta. Los buenos poetas, los rebeldes con causa, los quijotes del tiempo, los labriegos, los obreros, los militantes de la esperanza no mueren, sino que viven para siempre en la memoria.


“País mío vení / papaíto país a solas con tu sol / todo el frío del mundo me ha tocado a mí / y tú sudando amor amor amor”.

(Temores, fragmento)

Daniela Saidman. Escritora venezolana (Ciudad Guayana, Bolívar, 1977). Ha publicado los poemarios XXXI hojas de otoño (2002) y América y otros cafés (Editorial El Perro y la Rana, 2007). Participó en las antologías Amanecieron de bala, panorama actual de la joven poesía venezolana, y El corazón de Venezuela, patria y poesía.


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Patria Literaria.

sábado, enero 16, 2010

La poesía sobrevive a la confusión de la esperanza. (Un aspecto de la poesía de Fernando Paz Castillo)


Foto: Fernando Paz Castillo.

Lubio Cardozo

“...pero el espíritu vela como una mariposa
en torno de esa luz que no advierten los sentidos”.


F. Paz Castillo, “Insomnio”.


Dialogar incesante con el espíritu para hallar la verdad —posible— de la existencia bajo el Sol ocupa buena parte de la lírica de Fernando Paz Castillo (Caracas: 1893-1981). Aunque la dimensión de la vida terrenal, biológica, cotidiana la abundancia de su presencia ofrece a ese pulcro escritor venezolano él sin embargo nada recibe más allá de lo necesario sin antes ponderarlo en la balanza de su hondo pensar. Pero pensar para Paz Castillo rememorar significa. La reminiscencia —la anamnesis— aviva el contemplar cuanto conforma el ámbito donde se permanece, donde se está junto a las cosas, las personas, los sentimientos, los aconteceres. Mas ese mundo inmediato el poeta lo observa al través de la certeza sensible, por ello lo sabe imperfecto, confuso, transitorio, tal una jungla terriblemente tentadora de la misma manera incierta. He allí el doloroso drama psíquico de este creador vidente: ¿disfrutar la fiesta de la mentira en medio de las propuestas dudosas de la comarca de la existencia o esperar virtuosamente el regreso a aquel reino de las Ideas de Platón, perfecto, puro, justo, bueno, bello, la kalokagathía? Tomar una decisión fácil no resulta por cuanto el poeta siente cual humano la fruición de los frutos fragantes esparcidos a lo largo del camino.

“(...) ¡Mira!; el alba rosada se tiende sobre el huerto...
Todo se torna joven; sólo tú, alma mía,
como la mariposa de la noche de invierno,
te has quedado en la sombra, prisionera de la sombra,
cual sombra de otra vida que viví en otro tiempo”.

(“Hoy la mañana ha vuelto”).

Sólo en el nivel de exigencia de lo intelectual contemplativo se rememora. Reconócense las cosas de la vida terrena —objetos, árboles, animales, actitudes, sentimientos, personas, virtudes, cualidades, anhelos, en fin— al recordarlas. Se llama esa revelación reminiscencia, anamnesis. ¿De dónde provienen esas recordaciones? En sus diálogos Fedón, Menón, en algunos otros más, Platón habla del reino de las Ideas, en el cual el espíritu residía antes de nacer a la vida biológica. Mostrarían las Ideas las versiones originarias, perfectas, absolutas, en su ser de las cosas, de los sentimientos, de las virtudes inmersas en la justicia, la belleza, el bien, el agathón, también absolutos en sí. Constituye ello el saber verdadero, eterno, incorruptible, inmutable. Genera ese supramundo su réplica en la contingencia terrenal a la manera de una transposición imperfecta sometida a los torbellinos de la compleja ventura material, y en el caso del humano de sus necesidades, de sus apetitos, de sus emociones, pasiones. Después de nacer éste se topa otra vez con las cosas, sin embargo se sorprende doblemente: por reconocerlas y por irreconocerlas, las rememora en el alma pero las olvida en la borrosidad lúdica sensible de la presencia (¿revelación / ocultación?). Se despierta entonces en él el anhelo de precisarlas con el pensamiento reminiscente, de volverlas a ver con aquella venustidad y nitidez de otrora; en esa búsqueda la ciencia nace, la pasión por la verdad, además la aspiración de retornar al reino de las Ideas.

“Pero añadió Sócrates: —¿Qué piensas de lo que te he dicho, de que aprender no es más que recordar, y por consiguiente, que es necesario que nuestra alma haya existido en alguna parte antes de haberse unido al cuerpo? (...). Toda Idea existe en sí, y que las cosas que participan de esta Idea toman de ella su denominación” (Platón, Fedón. México, Porrúa, 1972; pp. 413, 420).

Troquela el filósofo dicha tesis, conceptualmente, en Menón: “(...) En efecto, lo que se llama buscar y aprender no es otra cosa que recordar” (México, Porrúa, 1972; p. 213). Canta Paz Castillo en precisa estrofa,

“Sólo en la encrucijada soy un centro.
Giran los soles, pasan las estrellas
y yo persisto porque soy idea”.

(“Perdido”).

Perseverar dentro de la entidad del reino de las Ideas platónicas resultará difícil para quien no sea filósofo puro, exigente en su disciplina, adscrito a esa tesis, conocedor de la filosofía griega clásica así como de la lengua griega. No obstante, sin menester de alcanzar tal nivel intelectual aportará el mundo platónico a algunos poetas atraídos por esa lontananza un ámbito fértil, nutricio para su imaginación dentro de la singularidad creativa de cada quien. Disfrutaba Paz Castillo una bien digerida educación humanística a la par de su profunda asunción del catolicismo. Se dio por ello en él, fluidamente, un tránsito del reino de las Ideas de Platón al Paraíso judeocristiano aunque siempre se mantuvo la noción esencial del filósofo griego. En cualquier católico dogmático (en el buen sentido de la frase) la substitución hipostática de un espacio espiritual por el otro se esperaría y se entiende. Afirmó al respecto F. Nietzsche en una oportunidad: “El cristianismo es un platonismo para el pueblo” (citado por M. Heidegger en Introducción a la metafísica. Barcelona, Gedisa, 1997; p. 101). Paz Castillo en conmovedores y diáfanos versos lo expone,

“Así conserva en su conciencia oscura
la voz de humillación que lo lanzara
de su vida floral del Paraíso.
Y por más que se acerque a la ventura,
que la tenga en sus manos,
siempre lo llama la perdida tierra: ese sueño de
dicha que fue suyo,
cuando suyos eran el canto y su sentido,
y suya el agua y su lenguaje simple,
y suyo el viento animador de espigas,
y suyo el tiempo
—sin ayer ni mañana—
en su fecunda juventud eterna”.

(“La voz de la selva”).

La angustia de Fernando Paz Castillo por el destino del espíritu, o de manera más singularizada, por el suyo, ocupó su tiempo de solitariedad contemplativa, de su pensamiento indagante en busca de respuestas a los grandes retos de la imaginación, de las hondas preguntas eternas. Representó su puerto de consolación, inmerso en las brumas del naufragio de toda vida, esa simbiosis del reino de las Ideas de Platón, visto al través de una profunda fe católica, con el Paraíso judeocristiano. Significó ello su verdad. Resultó esta afirmativa categórica fruto de un asentado conocimiento después de dilatadas lecturas, de mucho trajinar la oportunidad de estar sobre la tierra, de agudas intuiciones intelectuales, de continuas meditaciones. No era Paz Castillo ni un filósofo ni un científico, por eso el testimonio de su espiritualidad (o religiosidad pura) y de su certidumbre (sustentada en las Ideas platónicas) en estrofas, en odas las legó a sus lectores. Ahora bien, “la belleza es uno de los modos de presentarse la verdad como desocultamiento”, escribió M. Heidegger (Caminos de bosque. Madrid, Alianza, 1998; p. 40). Valga decir: la verdad se presenta, en uno de sus modos, mediante la belleza. Aunque la belleza queda sin definir por lo menos se conoce uno de sus atributos, la verdad; asimismo, el saberla también una Idea platónica: en su diálogo Lupias Mayor Platón pone en boca de Sócrates este final axiomático: “Las cosas bellas son difíciles” (México, Porrúa, 1972; p. 247). Revela esa originaria categoría de lo kállos su casi inaccesibilidad al entendimiento humano. Acuña con igual énfasis dicho aspecto —así lo percibo— R. M. Rilke, en su “Primera elegía” canta: “(...) Pues, de lo terrible / lo bello no es más que ese grado / que aún soportamos. Y si lo admiramos / es porque su calma desdeña destruirnos” (Elegías de Duino. Sonetos a Orfeo. Córdoba, Argentina, Afeandri, 1956; p. 57). Se da entonces una relativa, pero siempre lejana, aproximación a la esencia de la belleza. Tomó ésta en Paz Castillo, necesariamente, la senda legítima de la poesía. Tal vez esa verdad-belleza lo hizo trovador vidente para dejar las señales de su desesperanza, de su pensar, en nobles composiciones líricas.

Interesa, al fin y al cabo, a los amici poesis, el espléndido producto final bien acabado, el poema. De allí el sentido del rótulo de este escrito, en la confusión de la esperanza la poesía sobrevive. Gracias a esa sobrevivencia los leales amorosos de los versos disfrutar pueden esta pequeña oda de Fernando Paz Castillo,

“Más allá de la noche
y de la estrella
y del silencio,
te he encontrado
—nueva y perfecta—
manantial de la noche perfumada;
semilla de luz
—luz tú misma—
y esencia melodiosa de silencio”.

(“Encuentro”).



Nota

Pertenecen los poemas de Fernando Paz Castillo reseñados, supra, a su libro Poesías escogidas, 1920-1974 (Caracas, Seguros Horizonte, 1974).

Lubio Cardozo.
Escritor venezolano (Caracas, 1938). Poeta, ensayista, investigador y crítico literario. Licenciado en Letras en la Universidad Central de Venezuela. Postgrado en Investigación Documental en la Escuela de Documentalistas de Madrid. Ha desempeñado diversos cargos en la Universidad de Los Andes, en el estado venezolano de Mérida, donde reside. Coordinó la revista Actual de la mencionada casa de estudios. Es reconocida su valiosa labor investigativa en historia, teoría y crítica, con más de treinta títulos publicados. Además es autor de los poemarios Extensión habitual (1966), Apocatástasis (1968), Contra el campo del rey (1968), Salto sobre el área no hollada (1971), Fabla (1974), Paisajes (1975), Poemas de caballería (1983), Solecismos (1986), Poemas (1992), Lugar de la palabra (1993), El país de las nubes (1995), Un verso cada día (1995) y Ver (1999). Toda su poesía ha sido reunida en el volumen La cuarta escogencia (Ediciones Mucuglifo, 2006).

http://www.letralia.com/224/ensayo01.htm


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Patria Literaria.

viernes, enero 15, 2010

Presentación de libro en Oaxaca

El Instituto de Artes Gráficas de Oaxaca en colaboración con La Cutiduría tienen el agrado de invitarlo a la presentación del libro:

De Nubes y Lluvia /Torres de Agua
María José de la Macorra

Presentan María José de la Macorra y Fernando Gálvez de Aguinaga

Instituto de Artes Graficas de Oaxaca

Viernes 15 de Enero

20:00 hrs

Macedonio Alcalá 507


María José de la Macorra Noriega (México, D.F. 1964)

Realizó estudios en Escuela de Cerámica y Porcelana de Toluca, Edo. de México (Mokichi Okada Association) (1987-1989); curso “Arte y Naturaleza", Maestro Nils-Udo Centro de la Imagen. México, D.F. (1995) y es Licenciada en Artes Visuales por la Escuela Nacional de Artes Plásticas, UNAM (1992-1996).

Entre sus exposiciones individuales más recientes destacan: Sobre las ondas. Drexel Proyectos, Monterrey, Nuevo León. (2009); Sin título. Galería Caja Blanca, México, D.F. (2009); 3 de abril Instalación. Galería 115, Project- room, University of Central Missouri, E.U.A(2009); De nubes y lluvia/ torres de agua, Museo de Arte Contemporáneo de Tamaulipas, Tamps., México (2007); To the Northern Interiors, APA Gallery, Nagoya, Japón (2006); Thinking Hands Gallery (Fábrica 789), Pekín, China (2005); Millenium Public Art Gallery, Blenheim, Nueva Zelandia y Southland Museum and Art Gallery, Invercargill, Nueva Zelandia (2005); Body Geographies, Tokyo Wonder Site, Tokio, Japón (2006); Cambio de estado: proyecto para plazas públicas, Ciudad de México, México, D.F. (2003); De las geografías al norte interior, Galería de Arte Mexicano, México, D.F. (2001) entre otras.

Entre sus exposiciones colectivas más recientes destacan: 20 años, FONCA 1989/ 2009, Biblioteca Vasconcelos, México, D.F. (2009); Hecho en casa: una aproximación a las prácticas objetuales en el arte contemporáneo mexicano Museo de Arte Moderno, México, D.F. (2009); Tendencias, Programa Pago en Especie, SHCP, Palacio del Arzobispado (2008); Metamorfósis, Centro Cultural España, México, D.F. (2006); México Iluminado, Freedman Gallery, Albright Center for the Arts, Reading, Pennsylvania (2003).

Ha recibido los siguientes reconocimientos: Sistema Nacional de Creadores de Arte, Artes Visuales, FONCA, 2008-2011; Apoyo al proyecto De Nubes y lluvia/ Torres de agua, Fondo BBV- Bancomer de Apoyo a las Artes 2007 ; Residencias Artísticas México-Canadá (FONCA-Centro Para las Artes de Banff), Alberta, Canadá; Beca otorgada por la Fundación Pollock-Krasner, octubre de 2006; Artista invitada al taller del ceramista Ryoji Koie, Gifu, Japón (abril y mayo, 2004); Premio de Adquisición en Escultura. Tercera Bienal de Monterrey. Monterrey N.L., México (1997)

Su obra se encuentra en colecciones como: Colección Lothar Muller , San Miguel de Allende, Guanajuato; Colección FEMSA, Monterrey, Nuevo León; Colección Daum Museum of Contemporary Art, Sedalia, Missouri, E.U.A.: Colección y Acervo Patrimonial, México, D.F. y varias colecciones particulares.

jueves, enero 14, 2010

Certamen Literario del municipio de Soyapango

I.- DE LA CONVOCATORIA


El Gobierno Municipal la Ciudad de Soyapango y el Comité de Festejos, le invita a participar en el primer Certamen de literatura en el marco de los cuatrocientos sesenta y siete aniversario de su fundación como Municipio.

Pueden participar en este certamen, todos y todas las soyapanenses residentes dentro y fuera del país, así como todos los artistas salvadoreños y extranjeros que radiquen en el municipio de Soyapango (su procedencia será demostrada previamente a su inscripción).


II.- EL TEMA

Se define como una salutación a Soyapango, cada participante presentara cuatro poemas compuesto de cuatro versos como mínimo y un máximo de seis versos, que se identifiquen con los diversos fenómenos sociales y culturales de los habitantes de la ciudad.


III.- PARTICIPANTES.

Podrán participar en el concurso las y los escritores con trayectoria notable, así como las y los escritores jóvenes y todas las personas que lo consideren pertinente saludar a la ciudad de Soyapango.


IV.- PRESENTACIÓN

Cada propuesta deberá ir acompañada de un sobre con el nombre del artista, en el interior del sobre deben constar los siguientes datos:

· Nombre y apellidos del autor.

· DUI o pasaporte

· Edad

· Dirección y teléfono de contacto, e-mail

· Centro de estudios, lugar de trabajo.


V.- PLAZO DE ENTREGA

El período de entrega del los poemas será del 4 al 20 de enero de 2010, los trabajos se recibirán en la oficina de Comité de Festejos de la Alcaldía de Soyapango, Calle Roosevelt y 1ª Avenida Norte, Costado Poniente de la Iglesia Soyapango, El Salvador. C.A. en horas de hábiles.


VI.- LOS PREMIOS

El jurado excogitará los poemas ganadores: Se premiara a los artistas con un primer lugar de $500.00 y al segundo con $ 300.00.
Al finalizar el concurso se entregaran los premios en un acto público y oficial convocado en el marco del inicio de la celebración del aniversario.


VII.- LOS JURADOS


El comité escogerá a dos poetas para que integren el jurado y un miembro de Punto Convergente de las Artes (Organización de Artistas).

El jurado se reunirá el día 22 de enero de 2009 para decidir las obras ganadoras y el fallo será inapelable, informándolo de inmediato al Comité de Festejos, quienes a su vez comunicaran a los participantes y se divulgará los nombres de los ganadores.

El jurado considerara de los poemas participantes cuales serán publicados en una edición especial.


VII.- ACEPTACIÓN DE LAS BASES

La participación en este concurso implica aceptación de las presentes bases, así como los diferentes usos de aplicación de los poemas ganadores, según requerimientos del gobierno Municipal a través del comité.



VIII.- DECLARACION


En caso de existir una cantidad inferior a cinco participantes el concurso se declarará desierto, en tal situación será notificado en el último día y hora hábil de inscripción fijado en las presentes bases del concurso.


Para mayor información: Al teléfono 7788-6063 (Punto Convergente: Héctor Hernández)



e-mail
soyarte467@gmail.com



Pagina web
http://soyarte.jimdo.com


Comité de Festejos de Soyapango

Soyapango, Enero de 2010

miércoles, enero 13, 2010

Concurso de «Cuento Corto Latinoamericano», XVIª edición



La Agenda Latinoamericana convoca esta decimosexta edición del Concurso, con las siguientes bases:

1. Puede concursar toda persona que sintonice con las Causas de la Patria Grande.

2. Extensión e idioma: máximo de 18.000 pulsaciones. En castellano o portugués.

3. Temática: el cuento debe tratar de iluminar, desde su propio carácter literario, la actual coyuntura espiritual de América Latina: sus utopías, dificultades, motivaciones para la esperanza, alternativas, la interpretación de esta hora histórica…

4. Los textos deberán llegar antes del 31 de marzo de 2010 a:
agenda@latinoamericana.org

5. El cuento ganador será premiado con 350 euros, y será publicado en la Agenda Latinoamericana’2011 (en unos 18 países).
El fallo del jurado será hecho público el 1 de noviembre de 2010 en
http://latinoamericana.org/2011/premios

6. El jurado podrá declarar desierto el premio, pero también podrá conceder accésits de 100 euros.

martes, enero 12, 2010

APOCALIPSIS AHORA



El fin del mundo siempre me pareció algo muy lejano. Incluso un contrasentido. ¿Habría de destruir Dios su creación? Hoy estoy convencido de que Dios no necesita pensar en otro diluvio. El mismo ser humano comenzó a provocarlo, a través de la degradación de la naturaleza.

Los bienes de la Tierra se han vuelto posesión privada de empresas y oligopolios.

La causa de que cuatro mil millones de seres humanos vivan por debajo de la línea de la pobreza, y de que 1.2 mil millones padezcan hambre, es una sola: toda esa gente ha visto impedido su acceso a la tierra, al agua, a las semillas, a las nuevas técnicas de cultivo y a los sistemas de comercialización de los productos.

La decisión de los Estados Unidos y China de ignorar la Conferencia de Copenhague sobre Cambio Climático vuelve más agónico el grito de la Tierra. Ambos países son los principales emisores de CO2 a la atmósfera. Son los grandes acusados del calentamiento global. Al decidir boicotear Copenhague y no firmar el compromiso de reducir sus emisiones, ellos abrevian la agonía del planeta.

Hay una lógica detrás de la postura ecocida de los EE.UU. y de China. Son dos países capitalistas. El primero sigue el capitalismo de mercado; el segundo el capitalismo de Estado. Ambos coinciden en el objetivo fundamental: la lucratividad, no la sustentabilidad.

El capitalismo, en cuanto sistema, no tiene solución para la crisis ecológica. Sabe que las medidas efectivas redundarán inevitablemente en la reducción de las ganancias, del crecimiento del PIB, de la acumulación de riquezas.

Si viviera hoy, Marx tendría que admitir que la crisis del capitalismo ya no procede de las contradicciones de las fuerzas productivas, sino del proyecto tecnocientífico que beneficia casi exclusivamente a apenas un 20% de la población mundial. Ese proyecto se apoya en una visión de calidad de vida que coincide con la opulencia y el lujo.

Su lógica se resume en: “consumo luego existo”. O como decía Gandhi: “La Tierra satisface las necesidades de todos, menos la voracidad de los consumistas”.

Ejemplo de ello es la reciente crisis financiera. Ante la amenaza de quiebra de los bancos, ¿cómo reaccionaron los gobiernos de las naciones ricas? ¿Les facilitaron recursos a las familias morosas, para posibilitarles mantener sus viviendas? Nada de eso. Canalizaron verdaderas fortunas -un total de US$ 18 mil billones- hacia los bancos responsables de la crisis. Tal era la desesperación del sector, que Eduardo Galeano llegó a pensar en lanzar la campaña “Adopte un banquero”.

El planeta en que vivimos ya alcanzó sus límites físicos. Y no hay cómo buscar recursos fuera de él. El objetivo es preservar lo que todavía no ha sido totalmente destruido por el afán humano de ganancia, como las fuentes de agua potable, y tratar de recuperar lo que sea posible mediante la descontaminación de ríos y mares y la replantación de áreas deforestadas.

Ecología viene del griego ‘oikos’, que significa casa, y ‘logos’, conocimiento. Por tanto es la ciencia que estudia las condiciones de la naturaleza y las relaciones entre todo lo que existe, pues todo lo que existe coexiste, preexiste y subsiste. La ecología trata, pues, de las conexiones entre los organismos vivos, como plantas y animales (incluyendo hombres y mujeres), y su medio ambiente.

Esa visión de interdependencia entre todos los seres de la naturaleza ha sido perdida por el capitalismo. A lo cual también ayudó una interpretación equivocada de la Biblia: la idea de que Dios creó todo y finalmente lo entregó a los seres humanos para que ‘dominasen’ la Tierra. Ese dominio quedó como sinónimo de expoliación, estupro, explotación. Los ríos fueron polucionados, los mares contaminados, el aire que respiramos envenenado.

Ahora corremos contra el reloj del tiempo. El Apocalipsis despunta en el horizonte y sólo hay una manera de evitarlo: pasar del paradigma de lucratividad al de sustentabilidad.

Frei Betto
Adital
Traducción de J.L.Burguet


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Patria Literaria

lunes, enero 11, 2010

Reflexión sobre la identidad salvadoreña


Foto: Monumento al Salvador del Mundo.

Luis Armando González
ContraPunto

Identidad, cambio, transformación y cultura salvadoreña atravesada por fenómenos como la migración.

SAN SALVADOR - Hablar sobre la identidad de un pueblo siempre resulta complicado, porque eso que se llama identidad no es una esencia inamovible que pueda atraparse con las manos. Más bien, la identidad de una sociedad es, además de cambiante en el tiempo, el crisol en el que se funden distintas tradiciones, costumbres, símbolos y prácticas individuales y colectivas. De aquí que la pregunta por qué o cómo somos los salvadoreños no sea una pregunta de fácil respuesta; además, se tratará siempre de una respuesta provisional, que se tendrá que ir actualizando y poniendo al día a medida que la sociedad salvadoreña se vaya transformando. Precisamente, eso es lo que tiene que hacerse con dos de los mejores retratos de la sociedad salvadoreña: el realizado por Oswaldo Escobar Velado en su poema “Patria exacta” y el realizado por Roque Dalton en su “Poema de amor”.


Estamos ante dos retratos de El Salvador —de lo que somos los salvadoreños— propios de un momento histórico determinado que, si bien fueron certeros en su descripción de la salvadoreñeidad cuando vieron la luz, en esta primera década del siglo XXI deben ser no ignorados o abandonados, sino continuados y actualizados con nuevos aportes y nuevas intuiciones.


Pues bien, una forma posible de abordar el tema de la identidad salvadoreña –qué y cómo se es salvadoreño— consiste en explorar cómo nos ven (y qué ven) otros y otras desde fuera, concretamente desde Europa o incluso desde Estados Unidos. En el caso específico de Europa, no resulta para nada extraño que un ciudadano europeo promedio no sepa concretamente qué es y dónde queda El Salvador. Seguramente sabrá de la existencia de América Latina y de los países del subcontinente presentes en el debate público mundial. Pero no de El Salvador, el cual, con suerte, podrá ser confundido con Salvador de Bahía en Brasil. Ya desde aquí comienza el desdibujamiento de la sociedad salvadoreña, porque lo que sigue es consecuencia de ese punto de partida: de este modo, ese ciudadano o ciudadana de Europa, al escuchar el “vos” en boca de un latinoamericano o de una latinoamericana, inmediatamente se dirá a sí mismo que está con alguien de la Argentina; si ve que baila salsa, supondrá que es puertorriqueño (a) o panameño (a), por aquello de que Rubén Blades es de este último país; si baila merengue, dominicano (a); si baila cumbia, colombiano (a); y si baila samba, brasileño (a). Si está tostado (a) de su piel por el sol, pensará que es del Caribe; si toca la sampoña o el charango, que es de Bolivia; si canta música ranchera, de México; y si toca el arpa, de Venezuela. Si tiene rasgos indígenas, creerá que es de Bolivia, Perú, Ecuador, México o, con suerte, de Guatemala; si es negro (a), de Haití; si es mulato (a) o sambo (a), de Cuba; y si bebe café incansablemente, de Colombia. Si se trata de un hombre en plan de conquista abierta y sin complejos, que es un caribeño… Y así por el estilo.


Se puede esgrimir que ese desdibujamiento de lo salvadoreño obedece a simple ignorancia de la diversidad de naciones que caracteriza a América Latina. Es posible que sea así. Pero no hay que alegrarse demasiado, ya que a lo mejor existe otra respuesta, que debería ser buscada en lo que efectivamente significa El Salvador en el contexto latinoamericano. Visto con una dosis mínima de objetividad, la contribución de nuestro país a la configuración histórica de la identidad latinoamericana es sumamente pobre, por no decir nula. Por donde quiera que se vea –por lo negativo o lo positivo— lo latinoamericano no se juega ni se ha jugado en El Salvador. En tiempos recientes, sólo en una ocasión nuestro país estuvo a punto de dejar su propia huella en la historia latinoamericana: durante la guerra civil de la década de los 80, pero el desenlace de la misma impidió que esa huella se fijara en piedra firme. Por más que haya quienes hagan alarde del proceso exitoso de negociación, nunca lo sucedido en El Salvador va a desplazar en significado el triunfo de la revolución sandinista (1979) y, mucho menos aún, de la revolución cubana (1959).


Para seguir en el marco centroamericano, la huella de El Salvador, en general, es bastante pobre. Si se excluyen los temas de pandillas (maras), violencia y migración –a los cuales es inevitable referirse cuando se habla de Centroamérica en la actualidad—, en los grandes ejes configuradores de la historia y de la identidad de la región nuestro país no tiene nada importante que decir. En poesía y en música popular, ahí está Nicaragua; si se habla de etnicidad, hay que volver la mirada a Guatemala; si de lo que se discute es de la democracia, es de rigor pensar en Costa Rica; y si el asunto son los recursos naturales, Honduras sale a relucir casi inmediatamente –y ahora hasta las pupusas son reclamadas por los hondureños como patrimonio nacional—.


Si para El Salvador las cosas son así en Centroamérica, en el marco latinoamericano su presencia es casi inexistente. Las grandes tradiciones artísticas (tanto populares como de élite) tienen ahora como en el pasado su foco en México, Argentina, Brasil, Colombia o Chile. Los fenómenos políticos que trascienden al subcontinente se gestan en Cuba, Brasil, Venezuela, Ecuador, Argentina o Bolivia. Cuando se piensa en regímenes dictatoriales inmediatamente se piensa en las dictaduras militares del Cono Sur de los años 60, 70 y 80. Cuando se habla de dictadores se habla de los militares que encabezaron sangrientos regímenes, especialmente de Augusto Pinochet, Alfredo Stroessner y Rafael Videla. Y en esta misma línea, cuando se piensa en el prototipo del dictador latinoamericano ridículo y nefasto –las dos cosas a la vez— inmediatamente se piensa en el “Chivo” dominicano: Leónidas Trujillo.


Ahora bien, ¿es ajeno El Salvador a los procesos, negativos y positivos, que se gestan (y han gestado) en América Latina. En lo absoluto. Nosotros tal vez no contribuyamos (o hayamos contribuido) con algún aporte original a la configuración de la identidad latinoamericana, pero todo lo que caracteriza a América Latina tiene su réplica en El Salvador. Aquí todo lo latinoamericano (desde México hasta Argentina) se replica y se copia. Claro, está a la salvadoreña: como una caricatura mal hecha. Hemos tenido nuestros criminales, que quisieron copiar los usos y estilos de los dictadores latinoamericanos; no tuvimos un “Chivo”, pero sí un “Tapón” (el General Fidel Sánchez Hernández), y más atrás en el tiempo tuvimos nuestro “Brujo” (el General Maximiliano Hernández Martínez).


No tuvimos un Cantinflas, pero sí un Rockinflas; también hemos tenido un “Piporro salvadoreño” y en la actualidad tenemos a nuestro “Don Francisco”, en el programa “Fin de Semana” que todos los sábados transmite un canal nacional. Tenemos conjuntos musicales que copian, a su manera, todos los ritmos latinoamericanos y caribeños (principalmente, cumbia y música ranchera) y que hacen bailar a la gente (que también lo hace a la manera salvadoreña: mezclando pasos, ritmo y con una lentitud que, en el caso de la cumbia, puede ser exasperante). No somos andinos, pero tenemos aun –sobrevivientes de los años setenta y ochenta— grupos musicales que se dedican a tocar música andina y que pusieron de moda, en su momento, “El cóndor pasa” (aunque nunca un cóndor haya volado en cielos salvadoreños y aunque nuestros cerros y volcanes parezcan pequeños montículos comparados con los Andes).


En cuanto a la literatura y la poesía, sólo en unas cuantas ocasiones hemos estado a un paso de dejar una huella en América Latina: con Francisco Gavidia, Salarrué, Roque Dalton y Roberto Armijo. Pero nuestra marginalidad endémica lo impidió. Ni modo; marginales como somos –al fin y al cabo, provincia remota de México desde tiempos inmemoriales— no nos ha quedado más remedio que ser receptores de distintos influjos culturales (también, económicos y políticos) provenientes de América y España que hemos adoptado y adaptado con peor o mejor suerte, aunque con poca creatividad y originalidad. Por supuesto que tenemos escritores (poetas, poetisas, literatos, literatas y ensayistas), pero aparte de lo que algunos de ellos y ellas se creen, su huella en el concierto latinoamericano (o incluso centroamericano) es nula.


En fin, pese a la vocación de copiar todo lo que sucede en otras partes –desde hace un par de décadas, a los modelos a copiar se ha añadido el estilo de vida estadounidense—, no se ha adquirido la pericia para hacerlo bien: por lo general se trata de copias pobres y mal hechas, que terminan –especialmente en el caso de la cultura popular— por deformar el gusto y las costumbres de la gente. Pero aquí estamos, siendo parte de América Latina; replicando en caricaturas –desde los dictadores y el caudillismo hasta los modos de hablar y de vestir— lo que sucede en otros países latinoamericanos. Prácticamente todo lo que caracteriza a América Latina está presente en El Salvador; es decir, este es un país latinoamericano típico. Y está presente porque llegó de fuera y ha sido copiado, adaptado y adoptado, por la gente, desde las élites –cuya vocación para la copia no va a la zaga sino a la vanguardia del resto— hasta los sectores populares. Somos un país receptor de cultura, de hábitos, estilos de vida y costumbres.


Aprendimos a recibir (y nos acostumbramos a ello) desde las primeras migraciones nahuas que llegaron de México, en la época prehispánica. Lo que somos es lo que hemos recibido y seguimos recibiendo del exterior. Ahora mismo, gracias al torrente migratorio hacia Estados Unidos estamos copiando no sólo la arquitectura de las residencias estadounidenses, sino (acompañado de los usos idiomáticos correspondientes) el estilo de vida “americano”. Nos agringamos de manera acelerada, pero seguimos usando el vos sin ser argentinos (para distinguirnos, hay un leve sonido de la “j”, que suena en lugar de la “s” y decimos, por ejemplo, “vos querés” o “vos pensás”, no “vos quieres” o “vos piensas”), comiendo tortillas de maíz sin ser mexicanos, bailando cumbia sin ser colombianos, diciendo “carajo” sin ser peruanos, escuchando y bailando la batucada sin ser brasileños y teniendo a nuestros propios caudillos (aprendices de caudillo) sin ser ecuatorianos, bolivianos o venezolanos. Desde el tema de la identidad, la “patria exacta” de Oswaldo Escobar Velado es, más bien, una patria inexacta: una patria con contornos difusos e indefinidos, una patria que se desvanece en cada instante, pero de la cual algo queda: las mezclas, las copias y las caricaturas de todo lo que nos impacta y que, en definitiva, nos sirve para sobrevivir como sociedad.


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Patria Literaria.

domingo, enero 10, 2010

Del silencio, la poesía y otras divagaciones



Francisco Pinzón-Bedoya

"La poesía es aquel agudo silencio
que por fin se torna en palabra".

Margarita Carrera

“1251
El silencio es todo lo que nosotros tenemos
En una voz hay redención
Pero el silencio es infinidad
El mismo no tiene rostro”

Emily Dickinson

Los minutos de silencio se estila realizarlos en honor a alguien que ha muerto. Tal vez en una instancia distinta hay otros minutos de silencio que nosotros llenamos de ruido, de bulla, de cacofonías y de intranquilidad, esos que deben ser dedicados a oírse, a saberse, a conocerse, a vivirse. Es posible que el alma no pueda ser en medio del barullo. Es probable que por eso muchas personas no quieran aquietarse. No se sabe qué cosas se oirían si fueran a su propio minuto de silencio, a ese espacio en que se puede y debe hablar de quien se homenajea. ¡Cuántas sorpresas! Las conversaciones con el todo de lo que somos, de la vida que llevamos, de las esperanzas que se mueren y nacen a diario, raras veces las tenemos. Podrían ser un diálogo trunco o uno enriquecedor, depende de qué tanto queramos oír de nosotros mismos. Sin embargo, siempre tendremos esa oportunidad de decirnos lo que la falta de silencio no permite, siempre habrá ese lugar en el estar, pero... ¿se le hace caso? ¿Se le aprovecha? Puede ser, pero lo más seguro es que no gusten las respuestas, y que se descarten porque no es lo que se quiere oír, y menos de quien más nos conoce, a quien no le podemos mentir: ese yo testigo de lo que somos que se manifiesta en lo que hacemos. hasta aquí, todo este cúmulo de entreveros sólo para decir que en el ámbito en que moramos los poetas es un poco el silencio ese sustrato nutritivo sobre el que en estas letras quiero divagar.

Existe de forma abundante y evidente, entonces, la libertad de NO estar en silencio, de mantener siempre y por siempre el ser lleno de sonidos inaudibles y de lograr —por desidia o por aceptación vegetativa— que siga siendo así “ever 4 ever”. Debe estar consagrado como un derecho en las constituciones de todos los países, porque se da y a todos nos parece normal. Si ello es así, ¿qué falta para que el entendimiento de esa máxima (que no sabemos de quién es) se cumpla?: “El silencio tiene en sí la sabiduría del cosmos”. Falta todo, falta mucho, falta crecer, falta la capacidad de decidir ser un ser único e irrepetible. Es un pensamiento por demás contrario al status quo, porque proclama la individualidad y aliena o invita a hacer desaparecer “la masa”, es decir se invita a pensar desde lo individual, y tal vez ello es peligrosamente contestatario.

Así como al lector le caben los derechos de no leer, saltarse páginas, de no terminar un libro, de releer, de leer cualquier cosa, de tener bovarismo,1 de leer en cualquier parte, de picotear de texto en texto, de leer en voz alta y hasta de callarse, entre otros, creo que a todas las personas pertenecen algunos otros derechos, como hacer silencio, no estar en silencio, mantenerse fuera del silencio, cambiar del silencio al ruido y viceversa sin tiempos ni espacios, y en concordancia con el leer, callar; entonces ello permite explicar el porqué se tiene casi siempre alrededor, en esta Colombia tropical, un ambiente de cero silencio de una manera omnipresente, como Dios, como algo supremo y hasta sublime sin que nadie reclame el porqué existe como el aire por donde circulan ondas acústicas de marca mayor.

Ese ruido perenne tiene otros aliados, disfrazados por permisos sociales: el alcohol, la rumba, la tecnología y hasta otros más íntimos e insanos aditamentos, llamados iPod, televisión o Internet, que usamos lenguarazmente y hasta nos da símbolos de status que nos creemos y tal vez por ello consumimos. Resalto un género en especial, como ejemplo, que no acalla su voz ni la voz del ambiente: la vía telefónica. Allí se comparte lo que en presencia no se hace, los chismes y las consejas a la orden del día, con visos de comunicación, sin los cuales esa industria floreciente no existiría. Vuela de oído en oído lo que ocurre, no ocurre y puede llegar a ocurrir, de propios y extraños, de conocidos, desconocidos y por conocer. Se da contexto a imaginarios que son los imaginarios de otros y se confunden con los nuestros, y se forma una amalgama que lo llena todo y no permite nada más, que nos hace “masa”, que nos iguala y que nos quita lo más preciado: nuestra individualidad, esa forma apabullante de destruir la biodiversidad la llevamos dentro, sin percibirla apenas, sin conciencia de que está haciendo lo que está haciendo, y dejando apenas espacio para “vegetar”. No sabemos cuánto de lo que se comparte por este medio es realmente básico para la subsistencia de la sociedad que la construye, pero a mi parecer debe ser poco. ¿Pero entonces, dónde está esa posibilidad del ejercicio del derecho a estar y a tener silencio, a vivir en silencio, en el silencio si se quiere? No lo sé. Como colectivo, ¿dónde está la búsqueda de una identidad en medio del barullo, del bullicio permanente?

¿Cómo podremos entonces trascender (como sinónimo de “ir más allá de”) si no obtenemos algunos espacios de silencio para poder escuchar lo que nuestra alma nos quiere decir o eso que está en nosotros y que tiene las respuestas? ¿De cuánto del valor hermosamente único y personal nos estamos perdiendo por estar en medio de nosotros la bulla, el espanto de la luz y la sonoridad? Tal vez nos estamos perdiendo del acceder a estados de creación desconocidos y a dejar florecer el SER (con mayúsculas) en sus manifestaciones tan infinitas como personas se lo permitan. Es probable que del silencio, del dar y disponer de ese ambiente para escuchar la voz hermosa que todos llevamos dentro, aparezca esa fuente que permita suplir esa necesidad de crear desde lo que somos y no desde lo que copiamos, desde nuestra unicidad. De construir identidad, de hacer nuestro propio nido, de ser nosotros mismos.

No se está hablando ni descubriendo algo nuevo. Milenarias culturas han preconizado el silencio como instrumento, como estado, como medio. La meditación es un ejemplo, una vía hacia lo que se ha llamado la espiritualidad, la iluminación. El efecto Mozart no es más que una belleza que ya alguien muy grande nos legó, que genera un espacio para que el pensamiento y el sentir tengan un orden en medio del caos, con un aditamento que es la misma “voz” del músico, esa voz que rebusca lo bueno que tenemos en el fondo del alma. Esa búsqueda del silencio interior es como el santo grial de muchas religiones y culturas, de muchas de las letras y emociones. No somos capaces de sobreponernos a la luz y por ello admiramos a los ciegos, y ni siquiera los entendemos y en el mejor de los casos, nos maravillamos de sus logros porque en nosotros también hay el ruido lumínico. Una de las formas de moderar y hasta intentar aliviarse de una gran jaqueca es aislándonos y cerrando ojos y oídos, por algo que sabemos que está dentro y se debe buscar, tal vez aquí acicateados por la necesidad de alejar el malestar, el dolor, y todo lo que ese mal contiene.

El budismo, el hinduismo, el islamismo, por sólo citar algunas culturas (por no decir religiones) promueven la búsqueda del silencio interior, como ese El Dorado donde está la belleza, el arte, el santo grial, la sublimación de lo que el ser humano es. Ese aislamiento en que se imbuyen2 artistas, políticos, estudiantes, poetas, profesores, etc., es creativo, es definitorio de directrices y disruptivo3 de “realidades”, que tal vez permite dejar atrás cargas o esquemas preconcebidos que no dejan avanzar o, al menos, cambiar para crear nuevas formas no sé si de lo mismo pero, en fin, base del manido verbo que todos sabemos qué es pero que no sabemos cómo lograrlo: innovar. La Iglesia Católica tiene episodios en que proclama los votos de silencio como un espacio de expiación y reflexión: reflejar en la conciencia lo que somos, ¡oh!, ¡difícil tarea! La oración genera, a mi parecer, un estado de uniformización del sonido interno en el que, bajo algún mecanismo de corrección de ruido, aparece la ausencia de él, es decir, es una especie de aislante del medio externo.4 Tal vez por eso es que increíblemente la primera forma en que se nos enseña a meditar o a rezar incluye cerrar los ojos, dando paso al aislamiento de la luz que es tan invasiva y permea todo lo que somos. “No busques las soluciones afuera, están dentro”, dicen de esta y de mil maneras parecidas quienes nos quieren ayudar. Falta un espacio “vacío” que sólo nos lo permite el estar callados. Un indagar de medios nos puede llevar a la filosofía zen (“satori”), a esa manera de encontrarnos con el ese sabio yo interior, por solamente poner un ejemplo.5

Quizás la imaginación es hija del silencio, pero sabemos también que quizás esta afirmación la hagamos quienes pertenecemos a una generación distinta a la actual cuyas capacidades creo que están poco estudiadas, y lo peor, poco entendidas. Un adolescente tiene un montón de capacidades que ni siquiera él mismo sabe, y por ende mucho menos explota y explora. Están diseñados desde su nacimiento en ambientes multitarea, con cerebros que hablan en medio de la abstracción más absoluta, sólo que ese estado es permanente, es su estado. Sobre ellos, otros más avanzados que yo habrán de concluir sobre su devenir.

Este silencio es difícil de lograr, sólo que uno más profundo como el aquí esbozado, ese tomar conciencia de lo que somos y sentimos, es aun más difícil de encontrar. Me refiero a ese en donde acallamos desde la propia voz para luego dejarla salir cuando sea oportuno, hasta esos pensamientos caóticos en que mantenemos la mente en un estado casi febril, caótico si se quiere, no porque sean desordenados sino porque no los comprendemos. Tal vez al hacerlo lleguemos a escuchar esa voz de “lo otro”, “de los otros”, de la naturaleza, de la sentenciosa voz que dice lo que son las cosas y no lo que creemos que son. Hablará esa voz a través de alguien y la podrá poner en versos o en música, tal vez. Como ejemplos: hablará esa voz al corazón del desamor, del verdadero desamor, y no de las calenturientas disculpas y explicaciones que nos damos ante la innegable existencia de su no presencia diaria y que como campana abraza y tintinea; hablará esa voz a nosotros de lo inseguros que somos y de lo que ocultamos ante el mundo; hablará esa voz a la hombría o a la feminidad de lo mucho que se extraña la piel y sus susurros, y de los engaños que se urden para camuflar las distintas formas de ausencia. Tenemos en lo profundo de nosotros una voz excusa, una voz justificante de todo lo que hacemos, incluso de aquello que a otros censuramos. Tenemos dentro un diablillo que nos miente y, si lo miramos como si fuera otro, hasta decimos que nada tiene que ver con nosotros sino que es él quien decide autónomamente, sin siquiera atrevernos a confesar que es ese alter ego a quien le concedemos licencias de ser lo que no somos. Y si ello, al ir leyendo hasta aquí suena a repetición de lo mismo, podríamos recordar en lo que la técnica del sicoanálisis proporciona: un espacio para invocar como ayuda a ese yo —inconsciente muchas veces— que nos define, para conversar con él, para poder llegar a poner en consonancia lo que sentimos con lo que pensamos, y esto con lo que hacemos. Coherencia es la búsqueda y el tesoro.

Si entendemos el escribir poesía como literatura, siendo ésta una manifestación del arte, es este hacer un suceso producto de la necesidad de comunicar belleza y sentir que viven sus versos cuando otro se los apropia. Es dentro de este contexto del apalabramiento cuando aparece el silencio con sus mil facetas, lo que deseo abordar en este escrito, es decir del silencio en la poesía. Como lo dice Roberto Juarroz,6 el poeta se ciñe a una búsqueda interior que le permita “responder-se”. Es probable que en el poeta siempre haya una búsqueda de versos que digan lo que su ser interno le ordena, imagina y hasta es, pero para ello debe escucharse desde y con el silencio. Muchas veces hemos leído de poetas que dicen que al escribir “hay una voz que los posee y a través de ellos, escribe”, tal vez esa voz sea ese otro yo que escucha y dicta, y pone a su servicio la motricidad del ser que todos ven.

Se me viene a la mente ese poema de Neruda (“Pido silencio”): “Pero porque pido silencio / no crean que voy a morirme: / me pasa todo lo contrario: / sucede que voy a vivirme”. Para el poeta el silencio es símbolo de vida, pero no de la vida que se muestra sino de una que él vive interna e intensamente: “...voy a vivirme”, dice el bardo en su exigencia de estar solo, de estar con su canto propio, sólo quiere cinco cosas para terminar con un casi “déjenme solo” (“Y sólo quiero cinco cosas, / cinco raíces preferidas”), Neruda equipara tener silencio al amor, a una fruta jugosa, a su Matilde, a su naturaleza primaria —lluvia y fuego, a tenerlas porque las concreta en poemas, en versos, en la alegría de escribirlos. Una muestra que nos legó el bardo sobre las bondades del silencio, que libo y acojo como el más dulce de los manjares.

Alejo Carpentier nos regala una frase hermosa para ilustrar este texto: “Silencio es palabra de mi vocabulario”, como diciendo que se puede tener algo qué decir con sólo callar. García Lorca le encontró formas y decires en su poema “El silencio” de su Cante Jondo: “Oye, hijo mío, el silencio. / Es un silencio ondulado, / un silencio, / donde resbalan valles y ecos / y que inclina las frentes / hacia el suelo”, tal vez sabiendo que en él está el poema inmerso, o al menos su origen.

No existirían las palabras si no se pudieran contrastar con la inexistencia de ellas, es decir, con esa forma de silencio, por ello el poeta no sólo expresa con lo que dice sino con lo que su silencio expresa. Una buena ayuda al escribir son los puntos suspensivos, unos que obligan a tener un pequeño silencio “decidor” de tonos y pesares, de suspiros y llantos, o hasta de susurros de viento marino. Jorge Eduardo Eielson nos ilustra este tema con: “La poesía se sirve de las palabras para hacerse comunicable. Ellas son un medio de expresión, no la expresión misma. Mucho menos la poesía misma. Superado el medio de las palabras, la poesía reina ilimitada y se confunde con la esencia de las cosas. La poesía, por lo demás, puede prescindir de las palabras (pintura, escultura, música, danza, religión, magia)”; nos da a saber que para la poesía, las palabras son sólo un medio, son sólo aquello que el poeta usa para manifestar su existencia, siendo a la vez el poeta un medio más, pues la poesía existe con o sin el poeta, con o sin las palabras, es “la esencia de las cosas”. Bella forma de decir sobre lo que la poesía puede ser. Se implica en estas afirmaciones la existencia del silencio para que existan las palabras, para que la palabra justifique la existencia de la poesía.

Un poco dentro de este contexto, Susan Sontag en La estética del silencio nos dice: “El silencio es el supremo gesto ultraterreno del artista: mediante el silencio, se emancipa de la sujeción servil al mundo, que se presenta como mecenas, cliente, consumidor, antagonista, árbitro y deformador de su obra”, como una manera de decir que, sólo en la medida en que su obra sea capaz de verla exenta de algo que decir de ella, la obra es, el poema existe sin que se diga nada sobre él, el óleo es bello sin que haya alguien que diga algo de él, él existe ya en la admiración pura de quien lo contempla. Es una forma sublime de tasar el arte no por lo que se dice de él sino por lo que no se dice, por lo que de él percibe quien lo toma y lo hace suyo.

Hay poetas como Rafael Cadenas,7 de quien se ha dicho que “el tono, la cadencia, las pautas, los activos de silencio de la prosa de Cadenas son ellos mismos trasunto de aquello a lo que aspira y de aquello que se propone”, en un alusión clara a que el reposo y la reflexión dentro de lo que se escribe es tan parte de lo que se quiere decir como los espacios en que se invita al lector a pensar sobre ello, y hay quien lo logra.

En fin, sobre este tema mucho se ha escrito, mucha tinta se ha depositado en todos los tonos. Rescato algunos aportes que otros ya hicieron.8 “El silencio no puede ser concebido como el mero acto de renunciar a hablar. Menos aun bajo la idea de dejar de comunicar, este punto en particular debe quedar completamente descartado. // Stéphane Mallarmé (1842-1898) demostró inquietud por establecer una poética del silencio que, a la vez, deriva en un lenguaje del silencio. Este silencio pretende realizar una verdadera intervención quirúrgica a lo semántico y desligarse de las palabras para reformular el acto de comunicación, ahora a nivel simbólico. // De esta manera el silencio no interrumpe la situación comunicativa, ni altera sus códigos. Es, así, un complemento de lo que se dice y no una oposición”. Es la forma espléndida ya dicha de saber cuándo poetizar... y cuándo callar para que se oiga el poema. Es una metáfora llena de significado. Como diría Octavio Paz: “Oír los pensamientos, ver lo que decimos / tocar / el cuerpo de la idea”, o como Clemencia Sánchez dijo frente a miles de escuchas:9 “La poesía es leer en el aire la caligrafía de lo invisible”.

Me parece aquí que vale la pena “llover sobre mojado”: nada más hermoso que llegar al poema y decir sólo lo que queremos decir, sin más ni menos, con lo preciso, sin ser rimbombante. Lo he empezado a aprender mientras lo practico y admiro, al cabo de muchos años de estar escribiendo poesía, y créanme, hay una belleza oculta en lo que las palabras no dicen pero insinúan porque el poeta confía en la inteligencia del lector, de ese ser que gusta de la poesía, de ese ser que por escaso ya es especial, de esa persona que se detiene a disfrutar la belleza en una minúscula metáfora o hasta cuando, atrevido, busca la belleza y la encuentra en las agobiantes y hasta angustiosas dicciones poéticas de genios como Borges o De Greiff.

En fin, es la poesía “un arma cargada de futuro”,10 y por qué no de silencio... es “aquel agudo silencio / que por fin se torna en palabra”... es “todo lo que nosotros tenemos”,11 y por ser así: ¡disfrutémosla y llenemos el alma propia del alma de otros al leerla como perpetuadores de una especie escasa! Esa es mi invitación.



Notas


1. “A grandes rasgos, el bovarismo es esa satisfacción inmediata y exclusiva de nuestras sensaciones: la imaginación se inflama, los nervios vibran, el corazón se acelera, la adrenalina salta, la identificación opera en todas direcciones, y el cerebro se confunde —por un momento— al gato de lo cotidiano con lo libre de lo novelesco”. Tomado de “Los derechos imprescindibles del lector”, de Daniel Penac.

2. imbuir (del lat. imbuire). 1. tr. Infundir, persuadir.

3. disruptivo, va (del ingl. disruptive). 1. adj. Fís. Que produce ruptura brusca.

4. “Recordemos también que el verdadero silencio, el silencio que se aconseja en el cristianismo, tiene la finalidad de callarnos externa e internamente para poder escuchar a Dios a través de la conciencia”. “Nueva era y cristianismo”, Catholic.net.

5. Como dice un poema zen: “Sentado tranquilo, haciendo nada, / La primavera llega, y el pasto crece por sí solo”.

6. “Es por ello que el poeta se ciñe a esta búsqueda interior de un silencio que le responda o, lo potencie a responder; a responder por, con, y, a pesar del “otro”; esa búsqueda del silencio que lo lleve a responder-se”. Hablando de Roberto Juarroz en su obra Poesía y realidad, Pretextos, 2000.

7. En torno al lenguaje. Ensayo-reflexión de Rafael Cadenas. Comentado y ampliado el 8 de noviembre de 2007 por Victoria de Stefano.

8. Ensayo sobre silencio y literatura. Daniel Hidalgo U.

9. Poetisa colombiana, de Itagüí, Antioquia, participante en el XVI Festival Internacional de Poesía de Medellín en 2006.

10. Gabriel Celaya, de Cantos íberos, 1955.

11. Ver epígrafes.


Francisco Pinzón-Bedoya
Poeta colombiano (Líbano, Tolima, 1956). Es docente universitario. Ha publicado el poemario Encuentro (1999). Textos suyos han aparecido en publicaciones digitales como Poesía en español y Almiar - Margen Cero.

Fuente: http://www.letralia.com/224/articulo08.htm


Siembra cultura: "Regala un libro"
Campaña mundial para incentivar los hábitos a la lectura.

Patria Literaria.

sábado, enero 09, 2010

Isabel Allende, incendio bajo el mar



Reflexiones críticas sobre la última novela de Isabel Allende al hilo de su reciente visita a Chile.

Galo Nómez
The Clinic

Isabel Allende, la escritora, o al menos la que firma libros, acaba de hacer una breve visita a Chile, para promocionar su última novela, titulada La isla bajo el mar. En las conferencias y entrevistas que ofreció, se explayó sobre sus tópicos recurrentes: elogios a los gobiernos de la Concertación –sobre todo al actual, por un asunto de solidaridad de género-, remembranzas del improductivo feminismo de los años 1960, y ataques virulentos y emocionales contra lo que ella califica de “vacas sagradas”: los literatos chilenos que gracias a sus méritos han obtenido el Premio Nacional de Literatura que a su persona le ha resultado esquivo. Por cierto, ninguno de estos temas guarda siquiera una remota similitud con la trama de su engendro, que trata de una esclava dominicana. A estas alturas, resulta imposible evitar retrotraerse a ese infantil chiste del “incendio bajo el mar”.

Dejemos las cosas en claro. La Allende es una autora excesivamente sobrevalorada, aunque de acuerdo a los parámetros estéticos, tampoco se pueda afirmar a coro que es de mala calidad. Es del montón, simplemente. Ahora, la gran admiración que despierta en determinados sectores, está motivada por su enorme capacidad de vender libros, lo que en términos de cultura pop, es conocido como una “fábrica de salchichas”. De hecho, ése es el argumento que sus partidarios esgrimen para afirmar que estamos en presencia de una escritora notable, candidata indiscutida al Nobel, el Grammy, el Oscar y la Triple Corona. Pero que en su nacionalidad de origen (no quiero decir país, porque nació en Perú) ha sido víctima de un rechazo supuestamente prejuicioso, dada su condición de mujer en un reservorio del más terrible machismo, el cual ella misma se ha encargado de denunciar en el mundo entero.

Y pese a todo, si recorremos la vida de Isabel Allende, hallamos poquísimos hechos que puedan catalogarse de revolucionarios o que estén relacionados con la lucha social, incluso en el ámbito del género. Descendiente de hacendados rurales y políticos conservadores (La Casa de los Espíritus es bastante autobiográfica), empezó redactando artículos para dos medios de la sociedad bienpensante de la década de 1960: la revista Paula –un magazine “hecho para la mujer” en el sentido de los roles tradicionales- y el diario El Mercurio. Partidaria de la Unidad Popular, se vio obligada a salir del país tras el golpe, afincándose, tras algunos tanteos, en el Estado norteamericano de California, meca por excelencia de la cultura pop. Ya afuera, merced a llevar el mismo apellido que Salvador y el mismo nombre de una de sus hijas (es preciso aclarar que no tiene parentesco con el compañero presidente, y si alguna vez se especuló sobre un supuesto vínculo, es porque en el extranjero siempre evadía esa pregunta cuando se la formulaban) fue llamando progresivamente la atención, hasta que se decidió a plagiar el realismo mágico de García Márquez en sus novelas. Lo del éxito de ventas es un fenómeno que dejo para un analista especializado, puesto que nadie puede predecir quién será tocado por la varita del reconocimiento comercial.

Sin embargo, sí hay una cuestión que se puede constatar a simple vista: en Estados Unidos se remarca, desde el principio, la línea que separa a los simples "bestseleristas" de aquellos escritores realmente relacionados con la literatura. Y la Allende siempre ha sido ubicada en el primer grupo, junto a Bárbara Wood –que aseveran algunos críticos, es una autora rescatable- o Danielle Steel. En el estandarte del capitalismo más liberal ya sea en su versión clásica o nueva, se coloca aparte a quienes tienen como principal misión hacer ganar dinero. La confusión se produce en Chile; mejor dicho, en un sector de chilenos, vinculados a esa izquierda liviana y esnobista que se arropa con el término “progresismo”. Tales personas ven en esta diarrea mercantil que constantemente despide su escritora favorita –preferida justamente por dicha cualidad- una muestra de masificación popular, que para ellos siempre ha sido una inequívoca demostración de buena calidad. Es curioso que este criterio, relacionado con el marqueteo más puro, sea el mecanismo de evaluación de quienes, se supone, miran más allá de los billetes. Aunque siempre han considerado que el artista que no convoca un alto número de público es un fracasado que sólo puede darse a conocer entre una media docena de escogidos. Tal proceder ha sido su forma particular de censura, del mismo modo que los derechistas y los reaccionarios se han valido de la condena moral.

Fuente: http://www.theclinic.cl/2010/01/04/isabel-allende-incendio-bajo-el-mar

viernes, enero 08, 2010

3.1. La obra de José Martí como una tradición de "filosofía latinoamericana"


José Martí, Prócer de Nuestra América.

Veo en la obra de Martí una tradición de "filosofía latinoamericana" porque en ella hay un modelo concreto de ejercicio de pensamiento crítico y responsable; es decir, de un pensamiento que supo tocar realidad en su tiempo, descubrir las verdaderas urgencias de su época y de su contexto; y de esbozar, además, un plan para la transformación histórica de las realidades que confrontaba.

De esta suerte la obra martiana aparece como ejercicio de un pensamiento crítico-ético que no repite ni aplica una filosofía determinada porque él mismo es ejercicio vivo de filosofía; es momento fundacional de filosofía porque hace lo que siempre hizo, y lo que siempre hará, quien recrea la filosofía desde su circunstancia, a saber, pensar la realidad y responsabilizarse de ella.

Muy brevemente trataré entonces de mostrar ahora cómo en la obra martiana hay una praxis específica de filosofía; y que es por eso por lo que considero que el verdadero valor filosófico de Martí no está en averiguar qué pudo saber de esta o aquella escuela filosófica, sino en descubrir que su praxis de la filosofía contiene un momento fundacional para eso que hoy llamamos "filosofía latinoamericana".

Señalaré en primer lugar, por parecerme básico, la conciencia que tenía el propio Martí de que erudición filosófica no es sinónimo de capacidad filosófica. O sea que Martí sabía y sentía que hacer filosofía y hacer o enseñar historia de la filosofía son dos cosas muy distintas. En uno de sus fragmentos anotaba a este respecto: "Puedo hacer dos libros: uno dando a entender que sé lo que han escrito los demás: –placer a nadie útil, y no especialmente mío. Otro, estudiándome a mí por mí, placer original, e independiente. Redención mía por mí, que gustaría a los que quieran redimirse. Prescindo, pues, de cuanto sé, y entro en mi Ser. ¿Que qué somos? ¿Que qué éramos? ¿Que qué podemos ser?" (OC 19, 360). Y en otro añade: "Ud. me ha de perdonar que no le cite libros, no porque no lea yo uno que otro, que es aun más de lo que deseo, sino porque el libro que más me interesa es el de la vida, que es también el más difícil de leer ..." (OC 21, 386).

La praxis de filosofía que cultiva Martí es así, a mi modo de ver, el resultado directo de una actitud filosófica auténtica. Hay en Martí una opción por el pensar crítico que afronta realidades; y en contra, consecuentemente, de la actitud cómoda del erudito que se instala en lo ya pensado para no correr el riesgo de iniciar un proceso de pensamiento autónomo. Acaso sin saberlo está Martí poniendo en práctica el consejo de Kant a los que quieren hacer filosofía: ¡No aprendan sistemas, aprendan a pensar por sí mismos! (12).

Por eso Martí no enseña historia de las ideas sino que su obra muestra cómo nacen ideas en un proceso histórico de análisis crítico de realidades. De aquí que lo quiero señalar en segundo lugar, pueda resumirse diciendo que la praxis filosófica de Martí se deja guiar por el principio de que la racionalidad filosófica viva es la que nace de la confrontación crítica con la realidad y se constituye así, sobre la base de la observación y la reflexión contextuada, en razón práctica o, como prefería decir Martí, en "razón experimental" (OC 19, 362).

Pero si filosofar es observar la realidad y experimentar con ella es porque Martí ve en esta actitud de análisis crítico el paso primero imprescindible para que el filósofo pueda avanzar en su trabajo dando un paso más, a saber, el de buscar las formas adecuadas para influir en el curso histórico. Hay, pues, en la praxis filosófica de Martí un tercer aspecto complementario de los anteriores, que concretiza su modo de hacer filosofía en el sentido de un tipo de reflexión interventora en la marcha de la historia humana. Para Martí, como él mismo subrayó, la filosofía es, al mismo tiempo, reflexión observadora que trata de ver "por dónde va la vida humana" y de establecer los modos de "cómo se influye en ella" (OC 13, 193).

Por eso quiero señalar en cuarto lugar que la praxis de la filosofía ejercitada por Martí desemboca en un tipo de filosofía que yo llamo filosofía resolutiva porque se trata de un filosofar que quiere ser saber de realidades para contribuir a la solución de los problemas que impiden la vida real digna de los seres humanos.

En quinto lugar me permito destacar un último aspecto en la praxis de la filosofía que se cultiva en la obra de Martí. Lo he llamado un aspecto; pero, estrictamente hablando, se trata de algo más profundo porque no informa un campo determinado de su praxis filosófica ni significa un conocimiento de validez regional, sino que por el contrario cumple la función de norte en la brújula que le da Martí al quehacer del filósofo. Me refiero a la opción de Martí por un humanismo ético centrado en la toma de partido por los oprimidos, por los pobres de la tierra (OC 6, 19; y 16, 67).

Esta praxis martiana de la filosofía, cuyos rasgos esenciales acabo de sintetizar, se puede comprobar prácticamente en toda su obra. No es aquí el lugar de demostrarlo en detalle. Por eso me limito a la mención de algunos momentos de particular importancia. Así, por ejemplo, sus crónicas sobre la vida social y cultural de los Estados Unidos (OC 9-13), donde se evidencia el ejercicio de una filosofía social y política que, sobre la base del análisis concreto de situaciones históricas, sabe detectar las contradicciones de la época y proponer pautas para su superación. Aquí perfila Martí, además, su ideal de una sociedad igualitaria y solidaria. Y cómo no mencionar el ejemplo de su poesía y de sus aforismos y fragmentos, comunicadores de intuiciones profundas de su filosofía de relación como fundamento poliperspectivo para desarrollar el plan de una universalidad ecuménica donde cada ser humano puede inscribir en su proceso de identidad realizada aquel lema inter-transcultural de:

Yo vengo de todas partes,
Y hacia todas partes voy:
Arte soy entre las artes,
En los montes, monte
soy (OC 16, 63)

Pero cómo pasar por alto sus análisis y estudios dedicados a Nuestra América. En realidad es aquí donde la obra martiana documenta con más fuerza su carácter de praxis filosófica. También aquí tengo que limitarme a lo más ejemplar. Y escojo para ilustrar la praxis filosófica de Martí como fundadora de una tradición ese texto clásico, conocido por todos, que es el ensayo Nuestra América. Para mí, en efecto, Nuestra América es el programa donde Martí condensa un modelo de filosofar que yo llamaría filosofía nuestra-americana. Tal sería, por cierto, la tradición que funda Martí en la "filosofía latinoamericana". Veamos, pues, las características fundamentales de esa filosofía nuestra-americana.

Se trata, primero, de una filosofía resolutiva que se ejerce según el principio de que "conocer es resolver" (OC 6, 19); y que se concretiza aquí, como no podía ser menos, en la realidad doliente de Nuestra América. Esto es, porque se trata de un conocer contextual que debe resolver problemas contextuales, ese principio es la fórmula teórico-práctica de una filosofía inculturada que sabe que "ni el libro europeo ni el libro yanki, daban la clave del enigma hispanoamericano" (OC 6, 20) y que, por eso mismo, nace con la exigencia de crear sus soluciones y perspectivas desde su propio suelo. De aquí que Martí complemente dicho principio advirtiendo lo siguiente: "... pero el pensamiento empieza a ser de América. Los jóvenes de América se ponen la camisa al codo, hunden la mano en la masa, y la levantan con la levadura de su sudor. Entienden que se imita demasiado, y que la solución está en crear. Crear es la palabra de pase de esta generación" (OC 6, 20).

Como filosofía resolutiva desde la realidad americana y para ésta, es la filosofía nuestra-americana de Martí una forma de filosofía en la que América es a la vez objeto y sujeto del pensar. O sea que Martí no piensa sólo sobre América. Piensa igualmente desde América y con la palabra de América. Filosofía nuestra-americana es el discurso que ensaya América como expresión de sí misma. Pues es el pensamiento de los que "en las repúblicas de indios, aprenden indio" (OC 6, 18).

Con esta praxis de la filosofía –permítase el paréntesis– Martí aboga claramente por una filosofía local; pero hay que observar que esta afirmación de lo local se hace como consecuencia del imperativo de ser eficaz que pesa sobre la filosofía resolutiva, y no en razón de un querer aislarse o separarse de la comunidad humana. La afirmación martiana de lo diverso-particular no separa de lo universal, sino que al contrario es condición para abrirse al intercambio con el mundo todo. Recuérdese aquel otro principio: "Injértese en nuestras repúblicas el mundo; pero el tronco ha de ser el de nuestras repúblicas" (OC 6, 18).

En Nuestra América Martí practica un modelo de filosofía que se distingue, segundo, por ser filosofía practicada desde la óptica de los marginados y oprimidos por el sistema opresor del colonialismo. Por esto la opción por los pobres de la tierra, ya mencionada, se concretiza aquí en el esbozo de una perspectiva de filosofía política que busca su norte precisamente en la voluntad de "afianzar el sistema opuesto a los intereses y hábitos de mando de los opresores" (OC 6, 19).

La filosofía nuestro-americana se manifiesta así como un tipo de filosofía comprometida, es decir –y como también se dijo–, de filosofía que interviene en la realidad para transformarla a favor de los más necesitados y humillados. Esta es acaso la significación última de aquella densa y famosa frase: "Pensar es servir" (OC 6, 22).

En tercer lugar diría que la práctica filosófica de Martí, tal como se condensa en el ensayo que comento, se caracteriza por ser filosofía pre-visora. Nuestra América muestra, en efecto, cómo Martí interviene en lo real con el apoyo analítico de la observación de lo real, pero al mismo tiempo con un plan estructurado de cambio, con una idea, con un plan. Las ideas en la filosofía nuestro-americana –filosofía en la que, dicho sea de paso, se corrige la bifurcación descontrolada de la razón filosófica en una razón teórica y otra práctica– son, en realidad, planes de acción; modos de pre-ver realidades posibles y de trabajar por ellas. Pues se trata de la "idea enérgica, flameada a tiempo ante el mundo ..." (OC 6, 15).

Por último nombraría una cuarta característica de la praxis filosófica de Martí en Nuestra América; y consistiría en lo que llamaría la consciencia de la historicidad y contingencia del pensamiento o, más exactamente todavía, de la articulación expresiva del pensar. En efecto, pues Martí, precisamente por practicar un pensar histórico-contextual, sabe que "las ideas absolutas, para no caer por un yerro de forma, han de ponerse en formas relativas" (OC 6, 20). La forma humana apropiada para hablar de lo que nos parece absoluto, no es otra que la aproximación histórica, esto es, el discurso situado; y, por tanto, contingente y relativo. Pero de aquí precisamente el imperativo de aprender a pensar poniendo en relación las formas contingentes. Relativismo es el aislamiento de la contingencia vivida. Martí no lo fomenta. Al contrario, le quita su fundamento al proponer justamente relacionar las formas relativas en que nos aproximamos a lo absoluto. Por esto veo en su modelo de filosofía no relativismo sino interdiscursividad contextual y cultural que no necesita uniformizar ni disciplinar ninguna forma de expresión para visualizar lo absoluto porque intuye que éste sólo se puede experimentar a través de la comunión y de la solidaridad entre las diferencias.

Notas

(12) Cfr. Immanuel Kant, Werke in zwölf Bänden, tomo VI, Frankfurt/M. 1968, p. 448ff.

Raúl Fornet-Betancourt
Aachen, Alemania



© José Luis Gómez-Martínez
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http://www.ensayistas.org/filosofos/cuba/marti/marti12.htm

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