lunes, febrero 21, 2011

MORIRÉ...MORIRÁ



Oswaldo Escobar Velado

MORIRÉ...MORIRÁ

Moriré no hay duda, pero quedará mi grito
como tambor sonando.
Moriré y en mi muerte os invito
a continuar gritando.
Ayer decía, dije, que andaba la injusticia por el mundo
como perro loco,
pero hoy aquel decir vale tan poco...
¿Verdad, Luna y Zapata?...
¿No es cierto Farabundo?
La injusticia camina sin cesar y sabe
a quién ha de golpear eternamente...
La injusticia es la poderosa clave
del que quiere vivir en el presente.
Del que tiembla ante un mundo más humano,
repartidor de leche y de semillas,
iniciador de auroras donde el grano
será del hombre que hoy siembra de rodillas.
Decid conmigo.
Cantad conmigo.
Gritad conmigo

que una patria mundial ya se divisa
donde ha de darnos su alegría el trigo
para que nos florezca tu sonrisa...
y sabremos reir humanamente
y el mal habrá escondido su piedra calcinada,
y la paz como un ángel entregará su frente
para que se la bese, cantando, un camarada...!
Todo será distinto...hasta el amor más puro.
La vida irá corriendo sobre las sementeras
sin pensar en la guerra, ni en su fruto maduro
ni en las rotas banderas.
Load conmigo...

LA INJUSTICIA MUERE

Morirá...No hay duda...
Dejadla...seré, tal vez, al último que hiere
pero ya morirá en Walt Street desnuda.
Morirá...vomitando banqueros con levita,
asqueada de bananos con los ojos abiertos
de piedra que crepita
y quedará en la calle como dejó a sus muertos...
Morirá y moriré pero estará mi grito
como tambor sonando;
mas si he de morir antes de la injusticia, ahito
mi corazón de pie continuará gritando:
¡POETAS, OS INVITO
A PROSEGUIR EL GRITO
que he venido cantando!


Siembra cultura: "Regala un libro"
Campaña mundial para incentivar los hábitos a la lectura.

Patria Literaria

lunes, febrero 07, 2011

CRÓNICA SALVADOREÑA


Foto de archivo: Pueblo salvadoreño.


Nosotros aquí, en El Salvador,
Hemos perdido el aire
Y a punto de estallar estamos.
Sucede que en un pedazo de tierra
Vivimos hasta mil.
¡Es fabuloso!
Este panal sin miel, es fabuloso…
Hay que vivirlo para saber que es cierto.
Para saber su historia
Hay que sacarle sangre a un gusano.
Hay que llorar al pie de una ecuestre figura.
Ignorar tanto texto vacío
Escrito con mentiras y tinta y con las patas.
Aquí, en El Salvador, hay que decir las cosas
A corazón partido y con cojones.
Tantos han extraviado la palabra
Que a muchos nos rompe la nostalgia.
Aquí, en El Salvador, siempre estamos peleando
Entre vecinos.
Y del prójimo hablamos,
Por detrás,
Cuando ha dado la vuelta.
Algo nos pasa siempre, algo romántico, dulce,
Cosa que la dejamos para el sueño…
Es una mierda, este San Salvador, pero divino.
Aquí, ¡hasta las piedras hablan, sufren, y se tiran abrazos!
Aquí, en El Salvador, la cosa es para tanto,
Que tenemos que hacer las pequeñeces,
Rodearlas de clamor
Y esperar el vacío.
Para que el mundo sepa dónde estamos situados,
A dónde fuimos capaces de llegar,
Se tiene que morir podrido en pisto,
Pero no vales nada; aunque hayas sido presidente,
O ministro o diputado, no vales nada.
Pero no vales nada, también, si vales mucho.
¡Si vales de verdad!
(No me deja mentir Chico Gaviria.)
Jodida está la cosa.
Pero ahí vamos, con ganas de ser grandes.
Diciendo que somos lo mejor, el paraíso.
¡Qué, carajo! Somos un espejito reflejando lo de los otros.
Nada nos pertenece de verdad.
Todo es prestado, ¡hasta la muerte!
Así es que tenemos que sufrir hallándonos.
Saber nuestra verdad, luego decirla.
Propagarla en ojos o palabras o sonidos, pero decirla.
Sólo así nos tendrán que existimos…
El Salvador me duele.
Tanto me duele, que lo quiero tanto.
Y deseo vivirlo más, darle vuelta,
Transformarlo de veras, ¡porque sí!
Porque se debe transformar.
Como está
Ya no sirve… No ha servido jamás… ¡Perdón!,
Ha servido para algo: Es doloroso.
Aquí en El Salvador, en esta semillita,
Tenemos que llorar
Para que brote el canto, para que salga pleno,
Para que sirva de algo.
Aquí, en El Salvador, tenemos que sacar a relucir
Lo cierto
O seguimos perdidos…
A El Salvador, ¡Por Dios!, yo no niego.
¡Pese al padrastro que es!
No podría negarlo. Él me tiene y lo tengo.
Cuanta vida me gasto, es por él.
¡Por su forma tan rara de ser en este mundo!...

Autor: José Roberto Cea

Visitor Map